sábado, 8 de septiembre de 2007

Marcel Duchamp *2

por Apollinaire *1

Los cuadros de Marcel Duchamp no son todavía bastante numerosos y difieren demasiado entre ellos como para que se pueda extraer de las indicaciones que ofrecen, un juicio sobre el verdadero talento de su autor.
Como la mayor parte de los pintores nuevos, Marcel Duchamp no rinde ya culto a las apariencias. (Parece que fue Gauguin el primero en renunciar a lo que fue durante tanto tiempo la religión de los pintores.)

En sus comienzos, Marcel Duchamp fue influido por Braque (cuadros expuestos en el Salón de Otoño en 1911 y en la Galería de la calle Tronchet, en 1911) y por La Torre de Delaunay (joven melancólico en un Tren).




Para descartar de su arte todas las percepciones que pudieran volverse nociones, Duchamp escribe en su cuadro el título que le da. Así, la literatura, de la cual pocos pintores han prescindido, desaparece de su arte aunque no la poesía. Se sirve sin vacilar de formas y de colores, no para ofrecer apariencias sino a fin de penetrar la naturaleza misma de esas formas y de esos colores formales que desesperan a los pintores, al punto que quisieran prescindir de ellos, y de los cuales tratarán de prescindir cada vez que sea posible.
Marcel Duchamp opone a la composición concreta de sus cuadros, un título intelectual en extremo. En este sentido va tan lejos como es posible y no teme incurrir en el reproche de hacer una pintura esotérica sino recóndita.

odos los hombres, todos los seres que han pasado cerca de nosotros han dejado huellas en nuestro recuerdo y esas huellas de la vida tienen una realidad cuyos detalles podemos escrutar, copiar. De esta suerte, ellas adquieren todas juntas, una persona1idad cuyos caracteres individuales se pueden indicar plásticamente por medio de una operación puramente intelectual.
Estas huellas de seres existen en los cuadros de Marcel Duchamp. Permíítaseme aquí una observación que tiene su importancia.
Duchamp es el único pintor de la escuela moderna que se preocupa hoy (otoño de 1912) por el desnudo: El Rey y la Reina rodeados de Desnudos veloces; El Rey y la Reina atravesados por Desnudos veloces; Desnudos descendiendo una Escalera.
Este arte que se esfuerza por estetizar percepciones tan musicales de la naturaleza, se prohíbe el capricho y el arabesco inexpresivo de la música.

Un arte que se propusiera como finalidad extraer de la naturaleza, no generalizaciones intelectuales sino formas y colores colectivos cuya percepción no ha llegado a ser todavía noción, es harto concebible, y parece que un pintor como Marcel Duchamp está en camino de realizarlo.
Es posible que para ser conmovedores, estos aspectos desconocidos, profundos y repentinamente grandiosos de la naturaleza no tengan necesidad de ser estetizados, lo que explicaría el aspecto flamiforme de los colores, las composiciones en forma de N, los hormigueos a veces tiernos, a veces firmemente acentuados. Estas concepciones no están de ninguna manera determinadas por una estética sino por la energía de un pequeño número de líneas (formas o colores).


Este arte puede producir obras de una fuerza de la que no se tiene idea. Hasta es posible que desempeñe una función social.
Así como se paseó por las calles una obra de Cimabue, nuestro siglo ha visto llevar triunfalmente por las calles para ser conducido al Palacio de Artes y Oficios el aeroplano de Blériot cargado de humanidad, de esfuerzos milenarios, de arte necesario.

Tal vez esté reservado a un artista tan ajeno a las preocupaciones estéticas, tan preocupado por la energía como Marcel Duchamp, reconciliar el Arte y el Pueblo.


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*1 Pintores cubistas por GUILLAUME APOLLINAIRE (1880-1918) , ensayo crítico aparecido en 1913 sobre el nuevo movimiento artístico.

*2 Marcel Duchamp (1887-1968) este texto sobre Duchamp es sobre la primera época del artista. Ver más sobre el artista en http://es.wikipedia.org/wiki/Marcel_Duchamp

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