sábado, 26 de mayo de 2007

LOS JUDÍOS FRENTE AL SEGUNDO MANDAMIENTO (II)

Conflicto entre la prohibición y la vocación
( Parte 2)
Por Lic. Silvia Heger *1

LA PINTURA


Durante la Edad Media muy pocos judíos se dedicaron a la pintura. Seguramente la prohibición bíblica de fabricar imágenes determinó esta limitación. Pero además, los gremios de artesanos, integrados exclusivamente por cristianos, impedían estrictamente el ingreso de los judíos a sus actividades.

Los de la Edad Media fueron tiempos duros, aunque contradictorios, para las comunidades de origen hebreo en Europa. Tuvieron que sobrevivir realizando limitadísimas actividades lucrativas, y con la rigurosa interdicción de realizar tareas manuales. En cambio, sí podían dedicarse al grabado de medallas, crear objetos de su propio culto y construir sus propias casas y sencillas sinagogas -sencillas por fuera, porque por dentro, en las comunidades poderosas, el lujo de los templos era ostentoso.

En la larguísima Edad Media europea la mayor parte de las pinturas y esculturas estaban
dedicadas a la difusión de la religión cristiana, lo que explica la imposibilidad de los judíos de acceder a los gremios de artistas. Pero ya en tiempos de mayor apertura religiosa, sobre todo en aquellos lugares donde la burguesía tomó posiciones económicas y sociales de importancia creciente, y donde el catolicismo cedió espacio frente a la Reforma, los judíos con vocación de artistas empezaron a realizar trabajos de cierta relevancia. Esto debe interpretarse como un ablandamiento respecto de la aceptación del contenido del Segundo Mandamiento. Así es que se conocen trabajos de pintores discípulos de Rembrandt, por ejemplo, en Holanda, región plenamente burguesa por cierto.

Los finales del siglo XVIII europeo traen la emancipación de los judíos de Europa, esto es: la paulatina adquisición de derechos ciudadanos.

Este hecho trascendental posibilitó una apertura en el sentido de la creación plástica, porque implicó, para muchos, un debilitamiento en la rígida observancia de los mandamientos religiosos. Esta nueva realidad fue fecunda no sólo para los que tenían deseos muy vivos de dedicarse a la creación artística, sino también para los que deseaban coleccionar obras de arte e, incluso, hacerse retratar por los pintores del momento -costumbre muy divulgada entre las familias adineradas europeas y, ya en el siglo XIX, en los Estados Unidos.

París es, en el siglo XIX, el centro de la actividad artística del mundo occidental. Surge y se afianza una nueva escuela: el impresionismo, expresión específica de la clase media, no de la aristocracia ni de las instituciones de gobierno, como había sido el arte hasta principios de ese siglo. Por eso es que empiezan a sumarse, poco a poco, nombres de artistas judíos. El pintor impresionista judío más importante es Camille Pissarro,(*2) nacido en las Antillas danesas, de padres adinerados.


Pintor muy importante, educado en París, llevó el Impresionismo a Inglaterra cuando tuvo que huir de Francia por las guerras de la Comuna. Pero Pissarro era esencialmente un anarquista de profundas convicciones, y no se planteó su identidad ser judía, salvo cuando, a raíz del affaire Dreyfuss, (*3) tomó partido decididamente en contra del antisemitismo francés.

Hubo interesantes pintores judíos que exportaron el impresionismo desde Francia a otros países, como Holanda -como Josef Isreals, venerado como gloria nacional en ese país-. y como para sellar la importancia de los artistas judíos desafectados del Segundo Mandamiento, vale recordar la figura de Max Liebermann(*4), artista alemán de religión judía, quien en 1919 fue elegido presidente de la Academia de Bellas Artes de Berlín, posición de real envergadura que conservó hasta el ascenso de los nazis.

Durante el siglo XX se produce la explosión del talento pictórico judío. Los artistas surgen hasta en los guettos y pueblos del este de Europa, los Balcanes, América del Norte, y el objetivo es París. París "era una fiesta" a comienzos del siglo XX y reunía en sus barrios legendarios a los que dieron forma y alma a todas las expresiones del arte, la literatura y la música de este siglo.

Allí, en París, se fueron reuniendo todos los artistas judíos que huían de sí mismos, de las estrécheles económicas y las estrécheles religiosas de su pasado, en busca de libertad para su espíritu creativo, su imaginación liberada.
Amadeo Modigliani, Jures Pascin, Chaim Soutine, Jacques Lifschitz, Max Weber , todos nombres absolutamente insoslayables en la historia grande del arte universal, tuvieron origen y formación hebrea, y este origen común, esa historia ancestral en común, los mantuvo unidos durante su vida, autoprotegidos de las agresiones de un mundo que, como todos sabemos, llegó a un insensato intento de aniquilación total.

Los judíos conformaron el Grupo Expresionista de la Escuela de París. El expresionismo era un nuevo lenguaje que permitía volcar la desesperación interior, el desasosiego del alma, a través de formas distorsionadas, colores no realistas, figuras alteradas y desesperadas. El expresionismo se aleja de lo real para presentar y provocar en el espectador el sentimiento del espíritu, el sufrimiento moral, el dolor inconmensurable de un destino de perseguidos.

Entre 1910 Y 1913 llega a París un importante número de artistas judíos del este, muy jóvenes y decididamente rupturistas con sus tradiciones más rígidas. Después de la Primera Gran Guerra se vivía en París una cierta prosperidad económica pero se respiraba un creciente enrarecimiento conservador y nacionalista xenófobo (ya había pasado el affaire Dreyfuss, pero el sentimiento antijudío seguía aumentando).

Los judíos eran, sin embargo, muy celebrados por dealers y coleccionistas que estimularon su popularidad y éxito comercial, aunque mucha gente, críticos ultranacionalistas y ricos aristócratas, no dejaban de llamarlos "los hebreos", incluso a Modigliani y a Pascin, cuyas conductas, personalidad y obras no tenían la más remota conexión con lo judío.

Estos artistas provenían de orígenes ricos y pobres, ortodoxos y liberales, y sus estilos eran muy variados. Los únicos que trabajaron temas judíos fueron Mané-Katz y Marc Chagall. Pero hay fuertes connotaciones judías, de dolor, de alma, de pasión, en las obras de Soutine y del americano Max Weber. Este Grupo de París constituyó un conjunto muy fecundo, muy vibrante, y de gran influencia artística hasta hoy.

En París se empezó a sentir con fuerza el influjo nazi a mediados de 1930. En 1937 los nazis organizaron en Munich la muestra de arte degenerado, que incluía todas las obras de vanguardia, tanto de judíos como de no judíos. Se destruyeron muchísimas obras, pero los jerarcas nazis con buen gusto y visión estética, robaron para sí la mayor parte de las obras de arte pertenecientes a familias judías (actualmente hay un proceso abierto de restitución de obras de arte a sus familias poseedoras originales, o sus herederos, pero es un trabajo arduo que involucra a varios gobiernos europeos, bancos, nuevos poseedores, etc.). Muchos de los artistas judíos fueron muertos en campos de concentración, y algunos, muy pocos, lograron escapar y radicarse en los Estados Unidos, donde contribuyeron a la consolidación de una de las escuelas pictóricas más originales y fuertes de este siglo, la Escuela de Nueva York.

Pasados los años de locura nazi, el arte de los judíos en Europa fue tomando una posición más y más integrada al devenir orgánico, natural, de los países donde vivían. ¿Y qué pasa con el Segundo Mandamiento? En aquellos grupos minoritarios de dominio religioso ortodoxo, el Segundo Mandamiento es respetado con un rigor no registrado ni siquiera en la Edad Media, época en la que, según vimos, se realizaron preciosas iluminaciones de los más sagrados textos. Se trata de una vertiente religiosa que inhibe, indudablemente, la vocación por el arte tanto para los creadores como para los contempladores.
Paralelamente, sin embargo, hay corrientes de pensamiento de gran amplitud que posibilitan el desarrollo de los talentos personales y estimulan la apreciación y la fruición del arte. En Israel, país donde el judaísmo es religión oficial, existe una comunidad artística de gran predicamento, muy moderna, muy vanguardista, totalmente inmersa en la problemática estética y al resguardo de cualquier intervención de corte religioso.


COLECCIONISTAS DE ORIGEN JUDIO


Indudablemente el Segundo Mandamiento fue formulado en tiempos en que no se soñaba siquiera con la propiedad privada de obras de arte. Sin embargo, ciertos aspectos de la ley remiten a la idea de que poseer imágenes, inclinarse ante ellas, o al menos admirarlas, parecería prohibido, por la proximidad con la idea de inclinarse ante ídolos.

No fue respetado este Mandamiento por las familias judías europeas que lograron hacerse de un patrimonio y, por ende, de un espacio social envidiable. En rigor, durante los larguísimos siglos en que los judíos no fueron reconocidos como ciudadanos de los países europeos en que vivieron, pocas fueron las familias que lograron amasar fortunas. Tampoco fueron muchas las familias judías ricas asentadas en Turquía y en otros lugares del Cercano Oriente.

Entre esas contadas familias, los Rothschild ocupan un sitio de importancia indiscutible. Son de origen alemán, poderosos banqueros desde el siglo XVIII y están ahora en Gran Bretaña y Francia (de Austria y Alemania tuvieron que salir a raíz de la persecución nazi). Poseen algunas de las pinacotecas más notables del mundo, y son mecenas protectores de las artes igualmente importantes. Muchos de sus magníficos cuadros, en épocas de la Segunda Guerra Mundial, fueron rapiñados por los nazis, entre ellas un maravilloso Vermeer. Esta obra les fue restituida después de un largo proceso, pero con la obligación de colgarlo en el Louvre, lo que fue diligentemente cumplido. De manera que uno de los dos únicos Vermeer que posee el Louvre es, en realidad, propiedad de la familia judía Rothschild.

Pero junto a historias muy placenteras relacionadas con el arte y el coleccionismo, hay
algunas cuyo destino trágico debe ser recordado. Es el caso de los Camondo, (*5) una familia de fastos casi operísticos, banqueros turco-judíos que, a mediados del siglo XIX se trasladaron a Francia con el objeto de llevar una vida tan ostentosa como los Rothschild. Nunca dejaron de seguir puntualmente los mandatos judíos en cuanto a alimentos, fiestas y ayunos, matrimonios y beneficencia; al mismo tiempo se construyeron un espléndido palacio en París, lo llenaron de obras de arte, y para congraciarse más aún con los franceses, donaron todo Francia. Tuvieron
algunas defecciones internas (divorcios inesperados, abandonos matrimoniales por amantes cristianos, fertilidad casi nula). Un hijo del patriarca de la familia murió por su nuevo país en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, cuando los nazis ocuparon París y el gobierno francés se había vuelto absolutamente colaboracionista, nadie dudó en denunciarlos y enviarlos, primero a Drancy y luego a Auschwitz.
De nada les sirvió a los pocos viejos Camondo que vivían en el magnífico palacio parisiense, haber legado la colección de arte a su país de adopción. Fueron aniquilados sin piedad en las cámaras de gas. Ahora, el Palacio Camondo forma parte del patrimonio del estado francés, y cualquiera puede visitarlo. Incluso un cibernauta que navegue por la Ciudad Luz, accederá a este espléndido sitio de tan triste historia.


ODA A LA ALEGRIA

Pero como el arte es, en definitiva, resplandeciente, quedémonos con Marc Chagall.

De todos los expresionistas judíos del grupo parisiense de principios de siglo, nadie relató la vida y el espíritu con más alegría que Chagall. El también distorsionó formas y colores, hizo volar a las personas y puso ropa y barba a los ángeles.


Pero todo tiene el sabor de la alegría y la ternura, la bondad y poesía. Pintó a Cristo con la misma pasión que a Moisés, y ornamentó el Hospital Hadassah de Jerusalén con tan alta calidad como la que dedicó a los vitrales de la catedral de Metz.
Fue un ruso-francés judío humanista, y con su arte rindió culto, por encima de cualquier religión, a la VIDA. Su ley fue, seguramente, hacer felices a los hombres, pintar cada vez mejor, permanecer fiel al arte.



Quedémonos, entonces, con las imágenes maravillosas del techo de la Opera de Paris, el
Palais Garnier, que Marc Chagall, este inmenso judío profundamente humanista y ecuménico, iluminó -en todos los sentidos de esta palabra- para la eternidad, y para todos los hombres con buena voluntad, exquisito gusto y espíritu generoso.



FUENTES CONSULTADAS:
-Hebrew Manuscript Painting, de Joseph Gutmann, Editorial George Braziller, Inc.,
1978.
-Pintores y escultores judíos, De Kart Schwarz, Editorial Israel, 1950.
-Los judíos de Europa, de E. Romero Castellón y U. Macías Kapón, Editorial
Anaya, 1994.
-El pueblo judío, de Max Wurumbrandt y Cecil Roth, Editorial Massada Press, 1970.
-Manual de la historia judía, de Simón Dubnow, Editorial Sigal, 1977.
-Chagall, de Raymond Cogniat, Editorial Flammarion, 1968.
-DIE DARMSTADTER PESSACH- HAGGADAH. Edición crítica y edición facsimilar del códice original del siglo XV. Edición realizada en la Imprenta de Bruno Italiener, Leipzig, 1927.

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*1 Silvia Heger: Profesora en Letras egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Fue coordinadora docente y directora de estudios del Instituto de Estudios Superiores de Buenos Aires (Profesorados). Es docente de la cátedra de Redacción del Instituto Argentino de Secretarias Ejecutivas. Dicta cursos en empresas privadas, tales como Mobil Argentina S.A., TotalFinaElf, Motorola Argentina S.A., Grupo Techint, Mitsui Argentina, etc.

*2 - Camille Pissarro, Saint Thomas, 10 de Julio de 1830 - París, 13 de noviembre de 1903.

*3 - El Caso Dreyfus fue un escándalo político francés que tuvo lugar entre la última década del siglo XIX y la primera del sigloXX ( 1894 - 1906); cuando se acusa , sin pruebas, de espionaje al militar judío Alfred Dreyfus. Este episodio dividió a la sociedad francesa de la época y es la marca histórica de antisemitismo francés.




*4 - Max Libermann /20 de Julio de 1847, Berlín -8 de febrero de 1935. Fue uno de los representantes del impresionismo alemán. Estudió leyes y filosofía, luego estudió pintura en la Escuela de Bellas Artes de Weimar En 1880 recibió la influencia de los impresionistas En sus tela plasmó Los paisajes y escenas campesinas holandesas.

*5- ver Vida de La flia Camondo
*6- ver Museo Palacio Camondo


viernes, 25 de mayo de 2007

LOS JUDÍOS FRENTE AL SEGUNDO MANDAMIENTO ( I )

Conflicto entre la prohibición y la vocación
(Parte 1)
por Lic. Silvia Heger *1


La interpretación de esta ley ha ido desde el hecho concreto de no realizar imágenes que
representaran a Dios, hasta una conducta de enorme alcance que implicó no crear ni reproducir
ningún tipo de imagen del mundo que pudiera, eventualmente, erigirse en ídolo.

Cabe formularse varios interrogantes:

-¿Hasta qué punto la interpretación dura y monolítica de la ley afectó la creatividad visual de
los judíos?;

-¿En qué medida esta ley fue respetada por todos los fieles, sin modificación, durante milenios?;

-¿La orden alcanza, también, a los coleccionistas, esa especie humana que acumula obras de arte
por inclinación estética y por admiración a los artistas?, y por último,

-¿En qué posición se ubican los críticos, o sea los que enfocan el arte como objeto de estudio?

La historia universal de la pintura y la escultura nos informa con bastante contundencia que, en sentido muy amplio, el Segundo Mandamiento determinó una presencia muy limitada de judíos en las artes visuales, hasta que en el siglo XX, como consecuencia del cambio de costumbres y de enfoque de la religión, los judíos empezaron a protagonizar una especie de explosión creativa en pintura y en escultura.

La escasa actividad plástica de los judíos llevó a algunos brillantes esteticistas conclusiones estrafalarias. Ahí tenemos la opinión del gran crítico norteamericano -de origen plenamente hebreo- Bernard Berenson, exquisito coleccionista por otra parte, quien adjudicó a los judíos una ceguera psíquica con respecto a la plástica: "Los judíos han desplegado muy poco talento hacia lo visual y casi ninguno hacia las artes figurativas...
Sin embargo, hay muchos judíos dedicados al coleccionismo y al ensayo filosófico-estético, yactualmente también son numerosísimos los artistas de este origen, lo que echa por tierra la pretendida cientificidad de esos prejuicios.

Lo cierto es que, en miles de años de existencia, diseminados en infinitos lugares del mundo entero, y sin una única y aglutinante autoridad sacerdotal (como, por ejemplo, el Papa para los católicos), el pueblo hebreo ha tenido variados enfoques referidos a la práctica de las artes visuales: durante siglos la creatividad se concentró en la ilustración de libros relacionados con el culto y con la historia, sin que olvidemos de mencionar el grabado y la arquitectura. Y a partir de mediados del siglo XIX, el desarrollo de la pintura y la escultura fue en permanente crecimiento.


ILUMINACIONES DE MANUSCRITOS

En Europa Central, en los siglos XVII Y XVIII, el afianzamiento de grupos extremadamente observantes, de tono muy rígido, determinó –en nombre del Segundo Mandamiento- el final de la práctica de la ilustración de libros hebraicos y, peor aún, el olvido de todo lo que se había realizado hasta esa época. Al rescate de un material maravilloso e inagotable han ido algunos estudiosos librepensadores, judíos y no judíos, que todavía hoy se encuentran en plena tarea de descubrir, clasificar, analizar, y dar a conocer, muchísimas obras producidas por y para judíos europeos, durante unos 500 o 600 años. Hablamos de libros sagrados y seculares, cuyas preciosas ilustraciones -técnicamente llamadas iluminaciones- constituyen verdaderas piezas de arte. Y adicionalmente, son una fuente ineludible para descifrar aspectos desconocidos de la vida hebrea durante la Edad Media y los tiempos neoclásicos y racionalistas.

¿Cómo se concilia la prohibición de hacer representaciones de imágenes con la profusión de miniaturas que decoran páginas de libros sagrados judíos de la Edad Media? La respuesta reside en la naturaleza inevitablemente dinámica de cualquier cultura que, como el judaísmo, ha visto surgir diversos tipos de estilos de vida y expresión, cada uno con un diferente punto de vista sobre la prohibición bíblica. Por ejemplo, el estudioso judeo-español del siglo 15 Profiat Duran, escribió, muy convencido, lo siguiente:

"La contemplación y el estudio de las formas agradables, las bellas imágenes, y los dibujos, ensancha y estimula la mente y refuerza sus facultades... Así como Dios quiso que su Casa Sagrada estuviera adornada con oro, plata, joyas y piedras preciosas, así debe ser con sus Libros Sagrados".

Por la misma época en que Profiat Duran estimulaba la ornamentación de textos, un rabino alemán condenaba las decoraciones de los libros de oración porque distraían y supuestamente impedían concentrar la mente en lo divino.

En 1901 un importante teórico sobre historia del arte, Josef Strzygowski, arriesga, y con razón, la hipótesis de que los artistas medievales cristianos tomaron ideas en pre-existentes manuscritos judíos de tiempos helenísticos, para ilustrar las escenas del Viejo Testamento. Hubo sorprendentes descubrimientos arqueológicos de mosaicos y pinturas en pisos de sinagogas sirias (Dura-Europos, a orillas del Eufrates, del siglo III d.C.) y palestinas tardías.
Indudablemente, sumergirse en el estudio de los códices hebreos y sus iluminaciones implica una fuente de inagotable placer y asombro ante las bellezas plásticas que se pueden hallar. Y, lo que no es menos cierto, por el increíble valor documental que proporcionan estas imágenes.

Las primeras imprentas -una vez reducido el monopolio de los monasterios con respecto a la escritura de códices- estaban manejadas por artesanos cristianos. Pero en algún momento de la Baja Edad Media, por los siglos XII o XIII, en ciertas ciudades más tolerantes -en España, en Italia, en el sur de Alemania, en Francia-, los judíos lograron integrarse a los talleres de imprenta y luego, manejaron ellos mismos algunas imprentas de altísima categoría, de las que provienen la mayor parte de los manuscritos más preciados. En el caso de los talleres cristianos, es lógico suponer que los artesanos estuvieron muy orientados por los judíos sobre los más mínimos detalles del significado de los textos que estaban transcribiendo e ilustrando. Más adelante, es posible detectar la mano misma y el criterio de los judíos que editaban e iluminaban las obras, según dan cuenta, por otra parte, los colofones prolijamente detallados al final de cada texto.

Se han encontrado códices producidos en tierras islámicas (Yemen, Palestina, Egipto, Persia, entre
los siglos IX Y XVII). Las miniaturas de estos textos indican una interesante influencia de los rasgos fisonómicos orientales en las figuras humanas hebraicas, y las interpretaciones de algunas leyendas e historias míticas están impregnadas de color local. Todo lo cual señala un inevitable diálogo entre culturas –cualesquiera sean ellas- que habitan contemporáneamente el mismo territorio.

Acerca de la influencia de la cultura cristiana sobre la judía en el tema específico de la edición de textos hebreos, cabe detenerse en los siguientes aspectos:

LAS LETRAS. El alfabeto hebreo no usa letras mayúsculas, por lo tanto lo que se desarrolló es el uso resaltado de una palabra inicial, o incluso de la letra inicial muy destacada, todo esto como directa imitación de los textos latinos cristianos que sí tenían mayúsculas.

LA IMAGEN DE DIOS. Una característica de los códices iluminados por judíos es que la pintura de Jehová está cuidadosamente evitada, y reemplazada por rayos o por una mano.
Precisamente este punto es significativo para el caso de determinar si un códice fue elaborado por un artesano judío o gentil. Evidentemente, si la figura divina está representada por una imagen humana, resulta evidente que el artesano fue un cristiano que aplicó su sistema de creencias al texto confesional hebreo.

IMAGENES CON ANIMALES. Hacia finales del siglo XV, en el sur de Alemania, se extendió un movimiento de ascetismo cristiano que condenó la representación de figuras con rostros humanos.
Fue el eco, muy distante en el tiempo, del tremendo movimiento iconoclasta en Bizancio. Esta prohibición tocó a los grupos de judíos establecidos en esas tierras, y se tradujo en una serie de códices cuyas miniaturas combinan figuras humanas muy distorsionadas con cabezas de animales. Coincide este estilo con una época de empobrecimiento económico de estas comunidades, lo que también se observa en los códices, que son considerablemente menos lujosos y muchísimo menos creativos que sus coetáneos italianos, por caso.

Los libros más frecuentemente miniados (es decir, que cuentan con miniaturas iluminadas) son los libros con las oraciones de Pascua, la Torah, libros con leyendas, como el Libro de Esther, y otros textos seculares: textos de Maimónides, el Canon Medicinal de Avicena, mapas náuticos).

Los manuscritos hebreos más espléndidos provienen del Renacimiento de Italia, donde los judíos participaban de círculos de humanistas asociados con Pico del la Mirandola (uno de los más notables humanistas del Renacimiento florentino). Familias judías ricas imitaban los pasatiempos de los Medici y los Este comisionando libros litúrgicos y seculares -tanto en hebreo como en traducciones al italiano- para sus espléndidas bibliotecas palaciegas. Actualmente se continúa descubriendo algunos valiosos códices en las inmensas Bibliotecas Vaticanas, entre otras.

En resumen, los libros iluminados hebreos reflejan la multifacética compenetración de los judíos con las mayores culturas del occidente cristiano y del oriente islámico. Adaptando los estilos fundamentales de estas civilizaciones, los códices iluminados remiten a las tradiciones religiosas eminentemente judías y responden a sus inalienables imperativos religiosos

FUENTES CONSUL TADAS:
-Hebrew Manuscript Painting, de Joseph Gutmann, Editorial George Braziller, Inc., 1978.
-Pintores y escultores judíos, De Karl Schwarz, Editorial Israel, 1950.
-Los judíos de Europa, de E. Romero Castellón y U. Macías Kapón, Editorial Anaya, 1994.
-El pueblo judío, de Max Wurumbrandt y Cecil Roth, Editorial Massada Press, 1970.
-Manual de la historia judía, de Simón Dubnow, Editorial Sigal, 1977.
-Chagall, de Raymond Cogniat, Editorial Flammarion, 1968.
-DIE DARMSTADTER PESSACH-HAGGADAH. Edición crítica y edición facsimilar del códice original del siglo XV. Edición realizada en la Imprenta de Bruno Italiener, Leipzig, 1927.

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*1- Silvia Heger Profesora en Letras egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Fue coordinadora docente y directora de estudios del Instituto de Estudios Superiores de Buenos Aires (Profesorados). Es docente de la cátedra de Redacción del Instituto Argentino de Secretarias Ejecutivas. Dicta cursos en empresas privadas, tales como Mobil Argentina S.A., TotalFinaElf, Motorola Argentina S.A., Grupo Techint, Mitsui Argentina, etc.

lunes, 21 de mayo de 2007

La obra de la semana

Tabla - 1978
Víctor Grippo ( Mayo 1936- Febreo 2002)




Sobre esta tabla, hermana de infinitas otras construidas por el hombre, lugar de unión, de reflexión, de trabajo, se partió el pan cuando lo hubo; los niños hicieron sus deberes, se lloró, se leyeron libros, se compartieron alegrías.

Fue mesa de sastre, de planchadora, de carpintero...
Aquí se rompieron y arreglaron relojes Se derramó agua, y también vino. No faltaron manchas de tinta que se limpiaron prolijamente para poder amasar la harina.

Esta mesa fue tal vez testigo de algunos dibujos, de algunos poemas, de algún intento metafísico que acompañó a la realidad. Esta tabla, igual que otras, y la transubstanciación de ...

Víctor Grippo, 1978 

jueves, 10 de mayo de 2007

Arte que se volatiliza, se pudre o va a parar a la basura

por Daniel Pérez
23 de marzo de 2007

A través de un comunicado de prensa difundido en enero de 2006, la dirección del museo madrileño Reina Sofía anunció que había desaparecido la instalación de acero sólido de 28 toneladas de peso denominada “Equall Parallel, Guernica-Bengasi”, ideada por el artista norteamericano *Richard Serra.



Compuesta por cuatro bloques regulares de acero, dos de 500 x 148,5 x 24 cm. y los dos restantes de 148,5 x 148,5 x 24 cm., la instalación metálica había sido comprada y expuesta en 1989 en el Reina Sofía, de donde salió para ser colocada en un depósito de la empresa Macarrón SA, que posteriormente se declaró en quiebra y liquidó todos sus bienes. El comunicado también aclaraba que, ante la imposibilidad de dar con el paradero de los bloques de acero, las autoridades del museo habían solicitado a Serra que gestionara una nueva versión de los mismos a la empresa alemana que produjo los originales. El acuerdo establecía que el museo se haría cargo de los costos de fabricación y traslado, que Serra no cobraría honorarios por la nueva obra y que, en caso de aparecer los bloques extraviados, el museo y Serra acordarían la destrucción de una de las instalaciones para conservar la restante como pieza original.



Poco tiempo después, en junio de 2006, el mundo del arte experimentó un nuevo sacudón: una instalación del británico *Damien Hirst, llamada "La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo", compuesta por un gran tiburón en formol y vendida en varios millones de dólares, presentaba un problema: el tiburón se estaba pudriendo, por lo cual el artista y el comprador –al igual que en el caso de Serra con el Reina Sofía– tuvieron que negociar las condiciones para reemplazarlo por un nuevo ejemplar.


Otra noticia reciente dio cuenta de un hecho que se repite con frecuencia en el ámbito de las nuevas expresiones artísticas: el de la supuesta obra de arte que, por no ser reconocida como tal, termina arrojada a la basura.En esta ocasión, a mediados de marzo de 2007, la Justicia británica condenó a una compañía de transporte a pagar una compensación de 600.000 dólares por tirar a la basura un objeto que parecía un desecho orgánico, pero que resultó ser una obra del artista indio *Anish Kapoor.

Blog personal de Daniel Pérez

http://arteycreencias.blogspot.com/2007/03/asalto-al-futuro-o-nostalgia-del-pasado_2723.html

*Richard Serra ( San Francisco en 1939) . Licenciado en Literatura por la Universidad de California en Santa Bárbara. En 1964, obtuvo un Máster en la Universidad de Yale. A comienzos de la década de los sesenta, Serra se destaca como artista emergente junto con los minimalistas de su generación.

*Hirst, Damián, (Bristol, 1965). Artista destacado de la llamada generación “Yba” de jóvenes artistas británicosVer entrevista a DH por Magali Tercerohttp://magalitercero.arteven.com/e/d_hirst.htm

*Anish Kapoor , (Bombay , India. 1954). Se establece en Londres desde 1970. Actualmente es uno de los artistas mas representantes de la escultura británica contemporánea.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Picasso y las Señoritas de Avignon

LAS SEÑORITAS DE AVIGNON
de Pablo Picasso ( Málaga, 1991 - Mougins, 1973)

Esta obra
"… es un ultraje, un intento de ridiculizar el movimiento moderno"


H. MATISSE

Picasso's Demoiselles d'Avignon at 100 es el nombre de la muestra que el Museo neoyorquino MoMA realiza hasta el 27 de agosto.

El pintor se instaló en el barrio de Montmatre, París. Allí, en 1906-1907, realizó su gran obra LAS SEÑORITAS D´AVIGNON, que permaneció arrinconada en el taller hasta que el coleccionista francés, Jacquet Doucet la compró, en 1924. El MoMA(1) la exhibe desde 1939. Es considerado el primer lienzo que rompió con todos los valores establecidos en el arte hasta ese momento, por lo que es reconocido como la obra fundadora del arte moderno.

La muestra exhibe, además de cincuenta y cuatro trabajos de Picasso, nueve dibujos procedentes de colecciones públicas y privadas. Por otro lado, cuenta con una sala en la que se analiza el estado de conservación de la obra Las Señoritas d’ Avignon, donde también pueden observarse varias radiografías realizadas en los años cincuenta que revelan las distintas variaciones compositivas durante su realización.








"Cuando era niño mi madre me dijo
¨Si te haces soldado, serás general.
Si te haces monje, terminaras siendo Papa¨
En lugar de eso me hice pintor y me he convertido en Picasso."
Pablo Picasso(2)

"En la primavera de 1907 Picasso mostró a sus amigos un lienzo enorme y sorprendente, que había pintado con su habitual rapidez e impetuosidad y que sería conocido desde entonces como Demoiselles d'Avignon. Para todos aquellos que lo vieron entonces la impresión fue inolvidable, a pesar de que ninguno entendió claramente el propósito del artista. Picasso, oyó, incluso, por casualidad cómo Matisse y Leo Stein se reían a su espalda. En opinión de Braque, era «como si Picasso hubiera querido que cambiásemos nuestra dieta normal por otra de estopa y petróleo»; sus amigos más fieles sólo acertaron a quedarse boquiabiertos y a advertirle que no siguiera por ese camino. Salvo una o dos excepciones, los poetas, pintores o marchantes que vieron la obra la desaprobaron profundamente y lamentaron todo aquel asunto como «una pérdida para el arte francés».
Picasso se mantuvo impertérrito en su soledad, y con el paso del tiempo tuvo la satisfacción de ver cómo sus amigos admitían que aquella pintura constituyó un hito en la historia del arte contemporáneo. Tuvo el coraje de arriesgarlo todo y de llegar a cuestionar, incluso, el significado de la belleza misma. Que le llamaran loco le dejaba indiferente; sin embargo, reconocía que tenían razón al considerarle peligroso. A partir de aquella pintura su cambio de estilo fue serio y profundo, y ha quedado reflejado en dos autorretratos, pintados uno en 1906 y el otro un año despué
Picasso ( parte 1) Roland Penrose / editorial SALVAT