viernes, 10 de julio de 2009

Archivo: Tiene sentido el Salón Nacional?

Nota en la revista HORIZONTE / Revista de arte / Año1 - Numero 2

El LXVII Salón Nacional de Artes Plásticas se abrió y concluyo en setiembre
pasado entre vientos de escándalo. Mas allá de la crónica frívola no son pocos
log que piensan, como lo anoto el cronista de la revista "Somos.'" (29/9/78,
pag. 116) que "lo que hoy salió abruptamente a la superficie hace ya muchos a
años que se viene susurrando entre los pintores, críticos y habitúes"
Aparentemente, lo que ha entrada en cuestionamiento es tanto una manera de
mostrar como de alentar la pintura argentina. Fue en este marco y no con una
mera intención de "actualidad" informativa que Horizontes decidió recabar la
opinión de algunos exponentes del arte nacional respecto a la vigencia del
antiguo "Salón de Primavera".


Manuel Espinosa (n. 1912, co-fundador del grupo Arte- Concreto-lnvención)
El Salón Nacional en estos momentos no responde a nada, es algo completamente caduca. Si uno hace historia, por ejemplo el señor Pettoruti, un pintor que la Argentina se enorgullece de tener, nunca tuvo en el Sal6n Nacional el Gran Premio de Honor. También esta el caso de Xul Solar y otros pintores de calidad.
Esto quiere decir que hay que partir de la base de un buen jurado para llegar a artistas bien premiados.
Los artistas deberían nuclearse en sus asociaciones para nombrar una serie de candidatos que luego los postulantes al Salón elegirían como jurados. Pero la mayoría de los pintores que mandan su obra el certamen no cuestionan este hecho debido a que su pintura es muy mala y la única forma que tienen de entrar al Salón Nacional es con jurados malos, ya que con buenos Jurados no tienen ninguna posibilidad de exponer.

De una u otra manera, la prensa argentina coincidió en
definir al LXVII Salón Nacional como el "premio del escándalo". La razón
principal: el voto de Luis Barragán que permitió, en definitiva, el otorgamiento
del Gran Premio de Honor a su hermano julio. Raúl Lozza y Keneth Kemble fueron
miembros (el segundo renunciante) del jurado del Salón.


Keneth Kemble:
el nepotismo, signo del Salón
Clorindo Testa, Emilio Renart, Ricardo Garabito, Alejandro Puente, Pablo Suarez, Ernesto Deira, Alberto' Heredia, Héctor Giuffre, Víctor Grippo, Carlos Gorriarena, Luis Felipe Noé, Martha Peluffo, Ileana Vegezzi, Fermín Erguía, Juan Pablo Renzi, Antonio Seguí, Alfredo Hlito, Víctor Magarinos, D. Cesar Paternosto, David Lamelas, Luis Fernando Benedit, Jorge González Mir, Vicente Marotta, Sara Grilho, Antonio Fernández Muro, Marcelo Bonevardi, Miguel Ocampo, Liliana Porter, Luis Seoane, Norberto Gómez, Enrique Zabala, Juan Carlos Distéfano, Jorge Demirjian, Felipe Pino, Gabriel Messil, Rogelio Polesello, Pérez Celis, Héctor Borla, Miguel Ángel Vidal, Julio Paz, Enio Iommi, Miguel Caride, María Heiguera, Maria Juana Heras Velasco, Gyula Kosice, Martin Blazko, Juan Grela, Luis Alberto Wells, Américo Castilla, Miguel Ángel Bengochea, Enrique Torroja, Josefina Robirosa, Margarita Paksa, Jorge Michel, Guillermo Roux, Eduardo Mc Entyre, Carlos Silva, José Aguiar, Luis Tomasello, son algunos de los artistas que voluntariamente no han participado en el Salón Nacional de este año.

Por qué?

Porque dada la experiencia de los últimos 30 años, no se cree mas en la objetividad, responsabilidad y contemporaneidad de los miembros del jurado elegidos por la Secretaria de Cultura, y presentados por las diversas asociaciones o federaciones que agrupan a los artistas no siempre mas representativos del país, pero que por alguna misteriosa razón la Secretaria de Cultura sigue avalando. El Salón Nacional vive, o mejor dicho sobrevive, signado por el nepotismo. Y el nepotismo nunca conduce al rescate de la calidad, porque establece otra escala de valores ajena a los objetivos presumiblemente propuestos por una institución de esta índole.
Mejor ejemplo que en el último salón, en donde un hermano de uno de los miembros del jurado gana el gran premio de honor, no podría existir. Independientemente del valor del laureado, cuya obra yo personalmente siempre he defendido porque 10 respeto y admiro como artista, esta la cuestión de los principios éticos que deberían regir las decisiones de un jurado teóricamente intachable y libre de toda sospecha. Mientras se sigan tolerando estos deslices, el Salón Nacional no saldrá de su medianía y morirá, eventualmente, de muerte natural. Es necesario recapturar la confianza de los artistas argentinos más representativos mediante un saneamiento en la selección de los jurados, que puede hacerse conociéndolos en su trayectoria y entereza.

No hay comentarios: