Ninot, también nos acerca oportunamente, las reflexiones sobre EL RETARTO de Yuri Mijáilovich Lotman, destacado semiólogo ruso, de su libro La Semiósfera III, Ed. Cátedra, Madrid, 2000).
Y como cierre, la gacetilla de prensa distribuida por El Museo del Pardo con la descripción de los ejes sobre la que se articula la exposición.
El retrato del Renacimiento
Museo del Prado
Del 3 de junio al 7 de septiembre de 2008
Del 3 de junio al 7 de septiembre de 2008
La muestra, organizada por el Museo del Prado
en colaboración con la National Gallery de Londres,
donde se presentará en octubre,
patrocinada por la Fundación AXA
Durante la firma del convenio entre la Fundación AXA y el Prado, el director del museo, Miguel Zugaza, ha destacado la calidad de la exhibición. `Ésta es, probablemente, la exposición más completa por el trabajo histórico que hay detrás, y la más compleja desde el punto de vista de la gestión y préstamo de las obras", ha explicado. / ABC (Madrid); sábado, 31 de mayo de 2008
"El retrato es uno de los temas más importantes de la historia del arte, pero nunca había sido objeto de una exposición como género pictórico autónomo. Los primeros retratos que se conocen pertenecen a Giotto, pero sólo tenemos constancia escrita, no se conservan".
En la exposición, ordenada cronológicamente, se observa que el retrato fue de pequeño tamaño (de 30 a 40 centímetros) en sus inicios. Estaban pensados para ser guardados en cajas, que hacían las veces de álbumes fotográficos. Según avanza el siglo XV, crecen en tamaño, pues son encargados para que todo el mundo los contemple. Los retratos de Tiziano que ocupan la última sala alcanzan hasta los tres metros de altura. Poco después del maestro italiano el recorrido toca a su fin.
Y surge la pregunta ¿Hay ausencias de peso? "La Gioconda, reconoce Falomir. El Louvre nunca la presta.
Miguel Falomir, jefe del Departamento de Pintura Italiana del Renacimiento del Museo del Prado, comisario tan singular muestra. /El País (Madrid); sábado, 31 de mayo de 2008
Miguel Zugaza, director del Prado, corrobora que es la exposición más exigente que se ha hecho en el museo por la complejidad de la gestión y la excelencia de los préstamos: «Ha habido que aunar muchas voluntades. Nunca antes había viajado tanta obra maestra junta al Prado en una secuencia tan bella e irrepetible». Esta exposición, dice, no busca tanto el éxito de público (que, sin duda, lo tendrá) como elevar la autoridad intelectual del museo. FRANCISCO CALVO SERRALLER /El País (Madrid). 31/05/2008
Dama con una ardilla y un estorninoEn la exposición, ordenada cronológicamente, se observa que el retrato fue de pequeño tamaño (de 30 a 40 centímetros) en sus inicios. Estaban pensados para ser guardados en cajas, que hacían las veces de álbumes fotográficos. Según avanza el siglo XV, crecen en tamaño, pues son encargados para que todo el mundo los contemple. Los retratos de Tiziano que ocupan la última sala alcanzan hasta los tres metros de altura. Poco después del maestro italiano el recorrido toca a su fin.
Y surge la pregunta ¿Hay ausencias de peso? "La Gioconda, reconoce Falomir. El Louvre nunca la presta.
Miguel Falomir, jefe del Departamento de Pintura Italiana del Renacimiento del Museo del Prado, comisario tan singular muestra. /El País (Madrid); sábado, 31 de mayo de 2008
Miguel Zugaza, director del Prado, corrobora que es la exposición más exigente que se ha hecho en el museo por la complejidad de la gestión y la excelencia de los préstamos: «Ha habido que aunar muchas voluntades. Nunca antes había viajado tanta obra maestra junta al Prado en una secuencia tan bella e irrepetible». Esta exposición, dice, no busca tanto el éxito de público (que, sin duda, lo tendrá) como elevar la autoridad intelectual del museo. FRANCISCO CALVO SERRALLER /El País (Madrid). 31/05/2008
Hans Holbein Óleo sobre tabla, 56 x 38.8 cm Londres, The National Gallery
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El cardenal
Óleo sobre tabla, 79 x 61 cm Madrid, Museo Nacional del Prado
El Retrato, ensayo de Yuri Lotman
(se encuentra en el libro de este autor La Semiósfera III, Ed. Cátedra, Madrid, 2000).
Selección de párrafos realizados por Ninot
Página 4.
(se encuentra en el libro de este autor La Semiósfera III, Ed. Cátedra, Madrid, 2000).
Selección de párrafos realizados por Ninot
Página 4.
La necesidad, precisamente en 1а técnica retratística, de efectuar como un salto de la pintura а la poesía о de 1а poesía а 1а música dimana de la naturaleza misma de 1а polifonía artística del retrato. No por casualidad е1 retrato es е1 género más «metafórico» de 1а pintura.
Página 10. Por tanto, е1 retrato es, por su naturaleza, е1 género más filosófico de 1а pintura. En su base se construye sobre 1а confrontación de 1о que е1 hombre es у 1о que е1 hombre debe ser.
Página 10. Por tanto, е1 retrato es, por su naturaleza, е1 género más filosófico de 1а pintura. En su base se construye sobre 1а confrontación de 1о que е1 hombre es у 1о que е1 hombre debe ser.
Página 11
Así pues, е1 género del retrato se halla en 1а intersección de las diferentes posibilidades de revelación de 1а esencia del hombre con los medios de la interpretación de su rostro. En este sentido е1 retrato no es sólo un documento que nos deja impresa 1а apariencia de tal o cual persona, sino también una huella del lenguaje cultural de la época y de 1а personalidad de su creador.
Página 11.
Así pues, е1 género del retrato se halla en 1а intersección de las diferentes posibilidades de revelación de 1а esencia del hombre con los medios de la interpretación de su rostro. En este sentido е1 retrato no es sólo un documento que nos deja impresa 1а apariencia de tal o cual persona, sino también una huella del lenguaje cultural de la época y de 1а personalidad de su creador.
Página 11.
La elección del tipo de retrato de tal о cual personalidad era determinada por е1 estereotipo cultural con е1 que se ligaba en е1 caso dado 1а persona que era representada.
La pintura del siglo XVIII afirmó dos estereotipos del retrato. Uno de ellos, que se basaba en un elaborado ritual genérico, destacaba en е1 hombre 1а esencia estatal, elevada у solemne. Tal retrato exigía una esmerada observancia de todo е1 ritual de órdenes, rangos у uniformes. Era como si éstos simbolizaran 1а función estatal de la persona que era representada; además, precisamente esa función encarnaba е1 principal sentido de 1а personalidad.
Página16.
Del arte se exigía que deviniera 1а realidad, respondiera а las preguntas de ésta, se fundiera con 1а vida, pero las preguntas mismas, las ideas que estaban tras ellas, estaban indisolublemente ligadas а la fe en 1а posibilidad real del ideal. А1 principio del siglo XIX е1 decembrista А. Odoevski, а1 salir а 1а plaza en que debía tener lugar una sublevación, exclamó: «Moriremos, hermanos, ¡ah, qué gloriosamente moriremos!» La muerte atraía а1 romántico hasta más que 1а victoria. Esta última tenía un dejo de banalidad. No por casualidad, en todas las numerosas revoluciones de ese siglo, en las barricadas perecían unos, у los sillones ministeriales los cogían otros. La prosa vencía en la vida cotidiana; 1а poesía, en е1 dominio del pensamiento у los ideales. De ahí que 1а derrota trajera consigo menos amargos desencantos que 1а victoria. La tormenta que se desencadenaba en 1а vida у las mentes, en las barricadas у en 1а poesía del siglo хiх, se reflejaba como en un espejo en los retratos de esa época.
Página17.
La pintura del siglo XVIII afirmó dos estereotipos del retrato. Uno de ellos, que se basaba en un elaborado ritual genérico, destacaba en е1 hombre 1а esencia estatal, elevada у solemne. Tal retrato exigía una esmerada observancia de todo е1 ritual de órdenes, rangos у uniformes. Era como si éstos simbolizaran 1а función estatal de la persona que era representada; además, precisamente esa función encarnaba е1 principal sentido de 1а personalidad.
Página16.
Del arte se exigía que deviniera 1а realidad, respondiera а las preguntas de ésta, se fundiera con 1а vida, pero las preguntas mismas, las ideas que estaban tras ellas, estaban indisolublemente ligadas а la fe en 1а posibilidad real del ideal. А1 principio del siglo XIX е1 decembrista А. Odoevski, а1 salir а 1а plaza en que debía tener lugar una sublevación, exclamó: «Moriremos, hermanos, ¡ah, qué gloriosamente moriremos!» La muerte atraía а1 romántico hasta más que 1а victoria. Esta última tenía un dejo de banalidad. No por casualidad, en todas las numerosas revoluciones de ese siglo, en las barricadas perecían unos, у los sillones ministeriales los cogían otros. La prosa vencía en la vida cotidiana; 1а poesía, en е1 dominio del pensamiento у los ideales. De ahí que 1а derrota trajera consigo menos amargos desencantos que 1а victoria. La tormenta que se desencadenaba en 1а vida у las mentes, en las barricadas у en 1а poesía del siglo хiх, se reflejaba como en un espejo en los retratos de esa época.
Página17.
Еl asunto es que 1а obra de arte nunca existe como un objeto tomado separadamente, sacado del contexto: ella constituye una parte de 1а vida cotidiana, de las ideas religiosas, de 1а simple vida extra artística у, en resumidas cuentas, de todo е1 complejo de las diversas pasiones у aspiraciones de 1а realidad contemporánea de ella. No hay nada más monstruoso у alejado del movimiento real del arte que 1а práctica museal actual. En la Edad Media е1 criminal ejecutado era cortado en pedazos у los pedazos eran colgados por las diferentes calles de 1а ciudad. Algo semejante nos recuerdan los museos actuales.
El cardenal
Óleo sobre tabla, 79 x 61 cm Madrid, Museo Nacional del Prado
Página 17.
Еl teatro у е1 cine contienen indudables potencialidades del alto arte, pero lа presente ola de comercialismo que invade esas artes amenaza con reducir а 1а nada esas posibilidades. En estas condiciones es del todo oportuno recordar las perspicaces palabras de Hegel acerca de que е1 avance es un regreso а1 principio básico. Esto nos hace volver nuestras miradas con nueva esperanza аl retrato.
Como а menudo ocurre en е1 arte, е1 retrato es е1 género más simple у, por lo tanto, е1 más refinado. Como antaño 1а estatua antigua quitaba del mármol todo lo no obligatorio, lo secundario, el retrato -como si fuera 1а estatua de 1а Edad Moderna- se libera sucesivamente de todo 1о que se trae а е1 de afuera. Las numerosas tentativas de llenar е1 retrato con detalles que 1о comentaban, todo eso, а1 fin у а1 cabo, resultó sólo un episodio. Quedó 1о principal: е1 retrato en е1 retrato. Е1 rostro humano resultó 1о más esencial, 1а quintaesencia en 1а que е1 hombre sigue siendo hombre о deja de serlo. У е1 hecho de que е1 rival de 1а pintura -е1 cinematógrafo- también, en resumidas cuentas, se viera arrojado а esa orilla, dista de ser casual.
Para mí no hay nada más emocionante que los paseos por las calles о las conversaciones con personas que vienen а1 encuentro casualmente: hago preguntas, pero no me interesan mucho las respuestas: yo examino los rostros. Cuántas veces, después de un paseo así, me pareció que 1о único que uno puede hacer es ahorcarse. Pero а veces me encuentro un rostro tal de niño о de anciana que lo redime todo у llena de alegría varios días de vida. No, la humanidad todavía no está perdida, у eso debe recordárnoslo constantemente е1 retrato.
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Еl teatro у е1 cine contienen indudables potencialidades del alto arte, pero lа presente ola de comercialismo que invade esas artes amenaza con reducir а 1а nada esas posibilidades. En estas condiciones es del todo oportuno recordar las perspicaces palabras de Hegel acerca de que е1 avance es un regreso а1 principio básico. Esto nos hace volver nuestras miradas con nueva esperanza аl retrato.
Como а menudo ocurre en е1 arte, е1 retrato es е1 género más simple у, por lo tanto, е1 más refinado. Como antaño 1а estatua antigua quitaba del mármol todo lo no obligatorio, lo secundario, el retrato -como si fuera 1а estatua de 1а Edad Moderna- se libera sucesivamente de todo 1о que se trae а е1 de afuera. Las numerosas tentativas de llenar е1 retrato con detalles que 1о comentaban, todo eso, а1 fin у а1 cabo, resultó sólo un episodio. Quedó 1о principal: е1 retrato en е1 retrato. Е1 rostro humano resultó 1о más esencial, 1а quintaesencia en 1а que е1 hombre sigue siendo hombre о deja de serlo. У е1 hecho de que е1 rival de 1а pintura -е1 cinematógrafo- también, en resumidas cuentas, se viera arrojado а esa orilla, dista de ser casual.
Para mí no hay nada más emocionante que los paseos por las calles о las conversaciones con personas que vienen а1 encuentro casualmente: hago preguntas, pero no me interesan mucho las respuestas: yo examino los rostros. Cuántas veces, después de un paseo así, me pareció que 1о único que uno puede hacer es ahorcarse. Pero а veces me encuentro un rostro tal de niño о de anciana que lo redime todo у llena de alegría varios días de vida. No, la humanidad todavía no está perdida, у eso debe recordárnoslo constantemente е1 retrato.
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Texto completo de la nota de prensa que El Museo Nacional del Prado y la Fundación AXA publican para explicar la muestra El retrato del Renacimiento
EL RETRATO DEL RENACIMIENTO
Museo del Prado, 3 junio - 7 septiembre 2008
El Museo Nacional del Prado inaugurará el próximo mes de junio una gran exposición sobre retratos europeos de los siglos XV y XVI. La muestra, organizada en colaboración con la National Gallery de Londres, donde se presentará en octubre, y patrocinada por la Fundación AXA, traza el desarrollo del retrato durante el período de génesis y florecimiento del género, incluyendo obras maestras representativas de los logros alcanzados en los ambientes artísticos tanto del Norte como del Sur de Europa. La exposición reúne cerca de 130 obras, casi la mitad de las cuales proceden de otras instituciones internacionales siendo ésta la primera vez que se presentan en España en su
mayoría.
El recorrido de la exposición posee una exhaustividad cronológica y geográfica inédita entre los proyectos dedicados hasta la fecha al género del retrato. En él están presentes todos los grandes nombres del Renacimiento, de Jan van Eyck a Rubens pasando por Piero della Francesca, Durero, Tiziano, Rafael, Botticelli, Lorenzo Lotto, Holbein, o Antonio Moro, representados a través 126 obras, principalmente pinturas aunque se incluyen también esculturas, medallas, dibujos y grabados. Nunca antes se había reunido una representación tan nutrida de retratos renacentistas, ni de tantos autores diferentes (70) y naturaleza tan variada, por lo que esta exposición conforma un panorama único en el que se muestran muchos de los mejores ejemplos de la producción de cada artista, incluyendo algunas de las imágenes más bellas de todo el Renacimiento.
La muestra explora cuestiones fundamentales del retrato, como aquellas relacionadas con el parecido, la memoria y la identidad. Asimismo, se estudian los encargos de retratos relacionados con el cortejo amoroso, la amistad y el matrimonio, y se incluyen autorretratos, como el elocuente Autorretrato de Durero, del propio Museo, que permitirán apreciar la variedad de enfoques personales que los artistas adoptaron ante la representación de su propia imagen. La evolución del retrato de corte es uno de los aspectos fundamentales de la exposición, brindando al espectador la posibilidad de ver reunidas las pinturas de Tiziano y Antonio Moro y las esculturas de Leone y Pompeo Leoni que, a mediados del siglo XVI, fijaron un modelo que habría de mantenerse sin apenas cambios durante dos centurias. La exposición aborda asimismo los límites físicos y conceptuales del retrato: como el 'contra-retrato' o la representación del 'anti ideal'.
En contraste con los grandes personajes para los que a menudo trabajaron los pintores, esta sección incluye retratos de bufones de corte y enanos, así como representaciones satíricas en las que los artistas podían mostrar sus habilidades para lograr el parecido, libres de las restricciones impuestas por la idealización.
Eclosión y desarrollo del retrato entre 1400 y 1600
Sorprendentemente nunca se había celebrado una exposición sobre retratos del Renacimiento a pesar de existir numerosas publicaciones que abordan esta temática por su extraordinario desarrollo durante este gran periodo de la historia del arte. Por tanto, esta exposición es la primera que, por su amplitud cronológica (1400-1600) y vocación paneuropea, ofrece una aproximación global al retrato del Renacimiento y al retrato como género pictórico autónomo, excluyendo otras formas de representación del individuo como el donante, aunque incluyendo medallas, esculturas, dibujos o grabados que explican su evolución.
El recorrido se inicia con un ámbito dedicado a aquellos elementos que contribuyeron al surgimiento del retrato moderno: de un lado la tradición medieval, representada por las series dinásticas, los iconos y el naturalismo del arte gótico; del otro el redescubrimiento del mundo clásico. Arranca así un recorrido por el siglo XV que refleja las diferencias tipológicas y conceptuales entre los grandes centros del retrato: Italia y Flandes, la influencia de los modelos flamencos en la Europa meridional, y las estrategias adoptadas para acrecentar la interacción entre público y retrato; un proceso que culminó a principios del siglo XVI e hizo del retrato el género pictórico del Renacimiento capaz de transmitir una más vívida comunicación con el espectador, ejemplificado por numerosos obras del género correspondientes a este período, entre los que destacan el retrato de Margaret, la mujer del pintor de Jan Van Eyck, procedente del Groeninge Museum de Brujas, el Retrato de hombre de Antonello de Messina, del Museo Thyssen Bornemisza, el retrato de Federico Gonzaga, I duque de Mantua de Tiziano (restaurado con motivo de esta exposición), del Museo del Prado, o Anciano con su nieto de Doménico Ghirlandaio, del Musée du Louvre que por primera vez se podrá ver con la obra del mismo autor procedente del Museo Thyssen, Giovanna degli Albizzi.
La exposición revela dos constantes en la evolución del retrato del Renacimiento. La primera es su progresiva “democratización”, pues si al principio sólo se retrataban individuos pertenecientes a estamentos privilegiados, el género acabó abarcando todo el espectro social. La segunda es un aumento de tamaño. Los primeros ejemplares eran pequeños por estar concebidos para contemplarse y después guardarse en un arcón. Hasta muy avanzado el siglo XV el retrato rara vez colgó en paredes, pero una vez que lo hizo, hubo de aumentar su tamaño para adecuarse a sus nuevas necesidades decorativas.
El segundo ámbito de la muestra profundiza en cómo el retrato, al ser demandado por sectores sociales tan amplios como heterogéneos, satisfizo propósitos muy diversos que se tradujeron en una extraordinaria variedad tipológica y conceptual. Aquí se incluyen retratos de individuos proclamando sus aficiones intelectuales, sus aspiraciones sociales o sus devociones religiosas, de enamorados y de familias, retratos realizados para seducir, atacar o convencer, imponentes imágenes de poder y sensibles evocaciones de la memoria, incluso juegos ilusionistas que proyectan al retratado más allá del plano pictórico o distorsionan su imagen hasta hacerla irreconocible. Entre las obras correspondientes a la primera parte de este ámbito destaca el expresivo Muchacho sosteniendo un dibujo de Giovanni Francesco Caroto, del Museo di Castelvecchio de Verona, o el Retrato de mujer inspirado en Lucrecia de Lorenzo Lotto, procedente de la Nacional Gallery de Londres. La sección incluye también ejemplos que se sitúan en los límites del retrato, como el imaginativo retrato fantástico de Arrigo el peludo, Pedro el loco y el enano Amon de Agostino Carracci, del Museo di
Capodimonte de Nápoles.
El retrato brindó además al pintor el campo ideal de experimentación: el autorretrato, y pocas imágenes superan en sinceridad o audacia a algunos de los incluidos en la exposición, como el Autorretrato de Durero, del Museo del Prado, o El artista con su maestro de esgrima de Rafael, del Musée du Louvre . En la última sección, dedicada al retrato de corte, asistimos a la progresiva homogeneización del retrato áulico tras 1550 a partir de los modelos desarrollados por Tiziano y Antonio Moro para los Habsburgo, como el imponente Carlos V, a caballo, en Mülhberg de Tiziano, del Museo del Prado; modelos que, con ligeras variantes como el retrato de Brigida Spinola Doria de Rubens, procedente de la National Gallery of Art de Washington D.C , mantendrán su vigencia hasta el siglo XVIII.
Estas y otras cuestiones, como la realización del retrato o el papel de la imprenta en su difusión, son tratadas en una exposición destinada a mostrar que el Renacimiento no fue sólo un período de inicio y maduración para el retrato, sino también de sofisticación y pleno desarrollo, hasta el punto de explorar y agotar muchas de sus posibilidades formales y conceptuales.
Secciones de la exposición
1.- Entre Flandes e Italia. Origen y desarrollo tipológico del retrato
2.- Amor, matrimonio, familia, amistad. Ocupaciones, aficiones y estatus
3.- Autorretrato
4.- La realización del retrato
5.- En los límites del retrato
6.- La difusión del retrato
7.- El retrato de estado
La exposición está comisariada por el Dr. Miguel Falomir, Jefe del Departamento de
Pintura Italiana del Renacimiento del Museo Nacional del Prado.
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Si desean más información institucional:
http://www.museodelprado.es/es/pagina-principal/exposiciones/info/en-el-museo/el-retrato-del-renacimiento/infografia/
También pueden consultar la lista completa de las obras expuestas y sus datos principales en:
http://www.mcu.es/principal/docs/novedades/2008/Retrato_Prado_Dossier.pdf
Para ver la amena galería de fotos que le dedica El Mundo:
http://www.elmundo.es/albumes/2008/05/30/retrato_renacimiento/index.html
EL RETRATO DEL RENACIMIENTO
Museo del Prado, 3 junio - 7 septiembre 2008
El Museo Nacional del Prado inaugurará el próximo mes de junio una gran exposición sobre retratos europeos de los siglos XV y XVI. La muestra, organizada en colaboración con la National Gallery de Londres, donde se presentará en octubre, y patrocinada por la Fundación AXA, traza el desarrollo del retrato durante el período de génesis y florecimiento del género, incluyendo obras maestras representativas de los logros alcanzados en los ambientes artísticos tanto del Norte como del Sur de Europa. La exposición reúne cerca de 130 obras, casi la mitad de las cuales proceden de otras instituciones internacionales siendo ésta la primera vez que se presentan en España en su
mayoría.
El recorrido de la exposición posee una exhaustividad cronológica y geográfica inédita entre los proyectos dedicados hasta la fecha al género del retrato. En él están presentes todos los grandes nombres del Renacimiento, de Jan van Eyck a Rubens pasando por Piero della Francesca, Durero, Tiziano, Rafael, Botticelli, Lorenzo Lotto, Holbein, o Antonio Moro, representados a través 126 obras, principalmente pinturas aunque se incluyen también esculturas, medallas, dibujos y grabados. Nunca antes se había reunido una representación tan nutrida de retratos renacentistas, ni de tantos autores diferentes (70) y naturaleza tan variada, por lo que esta exposición conforma un panorama único en el que se muestran muchos de los mejores ejemplos de la producción de cada artista, incluyendo algunas de las imágenes más bellas de todo el Renacimiento.
La muestra explora cuestiones fundamentales del retrato, como aquellas relacionadas con el parecido, la memoria y la identidad. Asimismo, se estudian los encargos de retratos relacionados con el cortejo amoroso, la amistad y el matrimonio, y se incluyen autorretratos, como el elocuente Autorretrato de Durero, del propio Museo, que permitirán apreciar la variedad de enfoques personales que los artistas adoptaron ante la representación de su propia imagen. La evolución del retrato de corte es uno de los aspectos fundamentales de la exposición, brindando al espectador la posibilidad de ver reunidas las pinturas de Tiziano y Antonio Moro y las esculturas de Leone y Pompeo Leoni que, a mediados del siglo XVI, fijaron un modelo que habría de mantenerse sin apenas cambios durante dos centurias. La exposición aborda asimismo los límites físicos y conceptuales del retrato: como el 'contra-retrato' o la representación del 'anti ideal'.
En contraste con los grandes personajes para los que a menudo trabajaron los pintores, esta sección incluye retratos de bufones de corte y enanos, así como representaciones satíricas en las que los artistas podían mostrar sus habilidades para lograr el parecido, libres de las restricciones impuestas por la idealización.
Eclosión y desarrollo del retrato entre 1400 y 1600
Sorprendentemente nunca se había celebrado una exposición sobre retratos del Renacimiento a pesar de existir numerosas publicaciones que abordan esta temática por su extraordinario desarrollo durante este gran periodo de la historia del arte. Por tanto, esta exposición es la primera que, por su amplitud cronológica (1400-1600) y vocación paneuropea, ofrece una aproximación global al retrato del Renacimiento y al retrato como género pictórico autónomo, excluyendo otras formas de representación del individuo como el donante, aunque incluyendo medallas, esculturas, dibujos o grabados que explican su evolución.
El recorrido se inicia con un ámbito dedicado a aquellos elementos que contribuyeron al surgimiento del retrato moderno: de un lado la tradición medieval, representada por las series dinásticas, los iconos y el naturalismo del arte gótico; del otro el redescubrimiento del mundo clásico. Arranca así un recorrido por el siglo XV que refleja las diferencias tipológicas y conceptuales entre los grandes centros del retrato: Italia y Flandes, la influencia de los modelos flamencos en la Europa meridional, y las estrategias adoptadas para acrecentar la interacción entre público y retrato; un proceso que culminó a principios del siglo XVI e hizo del retrato el género pictórico del Renacimiento capaz de transmitir una más vívida comunicación con el espectador, ejemplificado por numerosos obras del género correspondientes a este período, entre los que destacan el retrato de Margaret, la mujer del pintor de Jan Van Eyck, procedente del Groeninge Museum de Brujas, el Retrato de hombre de Antonello de Messina, del Museo Thyssen Bornemisza, el retrato de Federico Gonzaga, I duque de Mantua de Tiziano (restaurado con motivo de esta exposición), del Museo del Prado, o Anciano con su nieto de Doménico Ghirlandaio, del Musée du Louvre que por primera vez se podrá ver con la obra del mismo autor procedente del Museo Thyssen, Giovanna degli Albizzi.
La exposición revela dos constantes en la evolución del retrato del Renacimiento. La primera es su progresiva “democratización”, pues si al principio sólo se retrataban individuos pertenecientes a estamentos privilegiados, el género acabó abarcando todo el espectro social. La segunda es un aumento de tamaño. Los primeros ejemplares eran pequeños por estar concebidos para contemplarse y después guardarse en un arcón. Hasta muy avanzado el siglo XV el retrato rara vez colgó en paredes, pero una vez que lo hizo, hubo de aumentar su tamaño para adecuarse a sus nuevas necesidades decorativas.
El segundo ámbito de la muestra profundiza en cómo el retrato, al ser demandado por sectores sociales tan amplios como heterogéneos, satisfizo propósitos muy diversos que se tradujeron en una extraordinaria variedad tipológica y conceptual. Aquí se incluyen retratos de individuos proclamando sus aficiones intelectuales, sus aspiraciones sociales o sus devociones religiosas, de enamorados y de familias, retratos realizados para seducir, atacar o convencer, imponentes imágenes de poder y sensibles evocaciones de la memoria, incluso juegos ilusionistas que proyectan al retratado más allá del plano pictórico o distorsionan su imagen hasta hacerla irreconocible. Entre las obras correspondientes a la primera parte de este ámbito destaca el expresivo Muchacho sosteniendo un dibujo de Giovanni Francesco Caroto, del Museo di Castelvecchio de Verona, o el Retrato de mujer inspirado en Lucrecia de Lorenzo Lotto, procedente de la Nacional Gallery de Londres. La sección incluye también ejemplos que se sitúan en los límites del retrato, como el imaginativo retrato fantástico de Arrigo el peludo, Pedro el loco y el enano Amon de Agostino Carracci, del Museo di
Capodimonte de Nápoles.
El retrato brindó además al pintor el campo ideal de experimentación: el autorretrato, y pocas imágenes superan en sinceridad o audacia a algunos de los incluidos en la exposición, como el Autorretrato de Durero, del Museo del Prado, o El artista con su maestro de esgrima de Rafael, del Musée du Louvre . En la última sección, dedicada al retrato de corte, asistimos a la progresiva homogeneización del retrato áulico tras 1550 a partir de los modelos desarrollados por Tiziano y Antonio Moro para los Habsburgo, como el imponente Carlos V, a caballo, en Mülhberg de Tiziano, del Museo del Prado; modelos que, con ligeras variantes como el retrato de Brigida Spinola Doria de Rubens, procedente de la National Gallery of Art de Washington D.C , mantendrán su vigencia hasta el siglo XVIII.
Estas y otras cuestiones, como la realización del retrato o el papel de la imprenta en su difusión, son tratadas en una exposición destinada a mostrar que el Renacimiento no fue sólo un período de inicio y maduración para el retrato, sino también de sofisticación y pleno desarrollo, hasta el punto de explorar y agotar muchas de sus posibilidades formales y conceptuales.
Secciones de la exposición
1.- Entre Flandes e Italia. Origen y desarrollo tipológico del retrato
2.- Amor, matrimonio, familia, amistad. Ocupaciones, aficiones y estatus
3.- Autorretrato
4.- La realización del retrato
5.- En los límites del retrato
6.- La difusión del retrato
7.- El retrato de estado
La exposición está comisariada por el Dr. Miguel Falomir, Jefe del Departamento de
Pintura Italiana del Renacimiento del Museo Nacional del Prado.
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Si desean más información institucional:
http://www.museodelprado.es/es/pagina-principal/exposiciones/info/en-el-museo/el-retrato-del-renacimiento/infografia/
También pueden consultar la lista completa de las obras expuestas y sus datos principales en:
http://www.mcu.es/principal/docs/novedades/2008/Retrato_Prado_Dossier.pdf
Para ver la amena galería de fotos que le dedica El Mundo:
http://www.elmundo.es/albumes/2008/05/30/retrato_renacimiento/index.html
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