viernes, 8 de junio de 2007

Julíán Agosta

Gran Premio Nacional y Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires



JULIAN AGOSTA por Héctor Francia

Entrar al taller de Agosta, es altamente peligroso. sus esculturas: guerreros, fetiches, personajes, aún las abstractas, son como esos perros bravos, entrenados para dejarte entrar, pero si el amo te deja solo, no te permiten salir. Esto significa que te atrapan irremediablemente y debes andar con pie de plomo pues en cualquier momento, avanzan sobre vos y te rompen el "coco". Esculturas vociferantes al estilo de los hierofantes sagrados del culto de Eleusis, o de los cemís también sagrados de los primeros igneris y tainos de las islas del Caribe. O las sagradas estelas de los Mayas Aztecas e lncas.

Hay mucho para contar en la obra de Agosta, tanto en las maderas como en los metales. La nobleza del oficio, sería repetir de ocioso lo que ya sabemos y queda demostrado en cada pieza que vemos aquí. En cuanto a lo conceptual, su adhesión al constructivismo, ha venido a enriquecer su visión expresionista del hecho plástico, llevándolo a producir una imagen en cuya síntesis reposa su creatividad.

La forma cerrada o abierta, erizada o mansa, siempre propone monumentalidad y esa condición vociferante que las hace inquietantes, peligrosas y comunicativas.
Agosta, tremendamente romántico, sabe como Beethoven que debe controlar su carga dionisíaca: equilibrar las partes de su obra y así no deja nada suelto, todo está medido, controlado, ajustada la realización al contenido y aunque siempre vociferantes, insisto; sus esculturas se establecen, están, con ese estar y permanecer, que es la realidad del arte americano.

Su herencia de sangre ítalo-siciliana, su oficio de herrero y forjador, su crianza criolla- mestiza-americana, como la de tantos que nos parecemos, hacen de Agosta un exponente valioso del arte actual de estas sureñas latitudes.

Héctor Francia / En Don Torcuato, 21 de septiembre de 1994, día de la Primavera.








En 1991 recibe el Gran Premio de Honor en Escultura del LXXX Salón Nacional de Artes Plásticas. Varias esculturas de su autoría se hallan emplazadas en lugares públicos, además de colecciones privadas de Argentina, Estados Unidos, Israel, Suecia, Italia, entre otros.



JULIAN AGOSTA EN EL SÍVORI






serie COLUMNAS PARA LA MEMORIA - 1996

(..) Habría que recordar precisamente, que no existe patrimonio mayor para cada hombre que su memoria. Lo mismo pasa para los pueblos; la memoria es su bien más valedero. Esto ocurre porque la memoria, por otra parte tan indiscernible y desconocida aún para cada uno, se confunde con la propia identidad. Por eso la defendemos como un tesoro inapreciable. Está dentro de nosotros mismos y se nos hace visible en las instancias vitales, en los momentos en los que sentimos 1brar a nuestro ser. (…)
Fermín Fevre / fragmento del texto para el catálogo de la muestra COLUMNAS PARA LA MEMORIA- Agosto 1996, Museo de Arte Contemporáneo, Porto Alegre, Brasil









ESCRITOS


sobre EL OJO DEL RIO


Julián Agosta / Publicación EL OJO DEL RIO - Nº3 -Abril 1992


Hace algún tiempo los conocí
A través de tratarlos cada vez más íntimamente, descubrí que tenía muchos puntos en común para contactarme con Delmonte, Dorado y Nigro.
Los encontré ideológica, filosófica, humanística y, sobre todo, plásticamente.
Discutí, me desencontré muchas veces con ellos; lo indiscutible excluye la discusión. Provenir de distintas formaciones y sustentarlas es muy respetable; traté de aceptarlas y convivir con ellas.
Desde mi individualidad y mi pretendido saber incuestionable, pude descubrir que cada uno de nosotros pensaba y sentía distinto que los demás en muchos aspectos. Esto me permitió tomar una conciencia
más amplia y honesta, más profunda y humilde. Una conciencia de vida y convivencia.
Entendí que discutir no es guerrear sino aceptar, íntima y realmente, la existencia de un espacio para pensar, dudar y confirmar, cambiar y ampliar ideas y puntos de vista.
Aprendí que todo lo indiscutible se relaciona con el fanatismo y la intolerancia. Que no cuestionar es directamente descalificar y condenar sin juicio previo, es la soberbia de creerse dueño de la verdad absoluta
Comprendí que no soy lo mejor ni lo más puro; que fabricar mi interior a gusto y placer de mi exterior sólo conducía a destruir al que concebía como no amigo.
A través de esta relación traté de convivir con mis fantasmas y mis prejuicios.

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