sábado, 27 de marzo de 2010

Otto Dix , primera muestra en Nueva York

100 obras de Otto Dix en la galería de arte neoyorquina Neue Galerie, situada en la Quinta Avenida a la altura de la calle 86, dentro de la llamada Milla de los Museos.
Neue Galerie , dedicada al arte alemán y austríaco de principios del siglo XX, presenta hasta el 30 de agosto, ¨OTTO DIX¨ una excepcional exposición curada por Olaf Peters, profesor de Teoría del Arte en la Universidad de Halle-Wittenberg.


Antonio Muñoz Molina , en el suplemento español Babelia escribe


Hay que cruzar un cortinaje negro para entrar en la sala de la Neue Galerie de Nueva York en la que se muestra la serie completa de los grabados de la guerra de Otto Dix. La luz atenuada para proteger el papel contribuye a la sensación de agobio. Es casi como entrar a una barraca antigua de feria buscando la emoción barata de esqueletos, fantasmas y vampiros crudamente pintados. Pero en este caso lo que agrava la obscenidad es la solvencia exquisita con que se representa lo que uno hubiera preferido no ver. Justo a la entrada, antes de la monotonía en blanco y negro de los grabados, hay unas cuantas acuarelas ejecutadas con exacto detallismo: un hombre con la cara atravesada por una cicatriz diagonal tan profunda que parece una carcajada monstruosa; unos intestinos humanos derramados; un cerebro.

El nihilismo en el arte o en la literatura se me vuelve siempre sospechoso cuando está acompañado por una suprema maestría técnica, expresado por ella. Después de una hora entre los grabados y las pinturas de Otto Dix empiezo a sentir un desagrado semejante al que me provoca la prosa de Céline, que aspira a contar un grado de exasperación semejante. Demasiado resplandor de estilo para tan poca compasión. En sus cuadros de los veinte, junto a prostitutas grotescas y mujeres asesinadas y veteranos sin brazos o sin piernas que piden limosna, Otto Dix se retrata a sí mismo con la lejanía rígida de un maniquí, tan erguido como en sus fotos de oficial, como si fuera un inspector escrupuloso pero indiferente de la miseria humana. Contaba que después de la guerra tenía siempre la misma pesadilla: que se arrastraba como un topo cavando túneles bajo las ruinas y sentía que le faltaba el aire y no encontraba la salida. Qué raro pensar que hasta no hace muchos años aún quedaban hombres que seguían soñando con las trincheras de la I Guerra Mundial. Porque Otto Dix los dibujó los espectros de entonces no se han borrado del mundo. Lo que no se nos permitirá ver nunca desde tan cerca son los desastres de las guerras de ahora.


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Otto Dix. Neue Galerie. Nueva York. http://www.neuegalerie.org/

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