sábado, 7 de noviembre de 2009

Buenos Aires Photo 2009: impresión visual

Por Silvia Heger


Tengo la tentación de comparar dos recientes eventos de arte en Buenos Aires: EXPOTRASTIENDAS (con predominio de pinturas, aunque no sólo) y BUENOS AIRES PHOTO (exclusivamente fotografías). Fechas: quince días de diferencia. Expositores: en ambas, algunas de las más encumbradas galerías de arte locales y sudamericanas. Locación: las dos en Recoleta. Costo de las entradas: la de fotos fue un poco más cara que la de pintura. La de pintura se desarrolló durante un largo fin de semana de sol. La de fotos, durante uno de los más lluviosos fines de semana de esta primavera. Público asistente -el nudo de la trama-: poca gente en TRASTIENDAS, abrumadora cantidad en la de fotografías.

Pero no es sólo el número de personas lo que diferencia ambos eventos, sino la atmósfera vivida. Frente a la actitud lánguida del caminar distante e introspectivo que es proverbial en las galerías de pinturas, y obviamente repetido en Expotrastiendas, hubo un clima de ebullición y pura fiesta que se metía por todos los recovecos del Palais de Glace. Todos hablaban, se reían, miraban, comentaban, preguntaban precios, todos disfrutaban estar ahí, transmitían el entusiasmo de una celebración.

Cómo se explica que en sólo dos semanas de distancia, dos ferias de arte hayan tenido respuestas tan estruendosamente diferentes? Supongo que la clave es el lenguaje. La fotografía ya es el lenguaje artístico del momento. Sospecho (pero no lo sé con precisión) que la gente quiere ver qué es lo que los artistas pueden hacer con esa camarita que todos tenemos y que usamos a diario con total naturalidad. Ver imágenes diferentes pero que, con no demasiado esfuerzo, se pueden entender. La pintura y la escultura son, en cambio, ejercicios abstrusos, más difíciles, más lejanos, más exigentes.

Mi balance de Buenos Aires Photo: los fotógrafos están recurriendo a diversas técnicas de intervención, lo que torna las obras un poco artificiosas, pero a la vez muy deslumbrantes. Los temas presentados son siempre correctos y agradables, dentro del rango del “buen gusto”. A mi juicio, encontré cierta saturación de colores y recurso a efectos surrealistas que encantan la mirada del espectador. Me sorprendió -es mi opinión personal- el deslizamiento a la vulgaridad en un artista, por otra parte, merecidamente consagrado. Obras muy interesantes y muy nobles de gente joven que trabaja con evidente empeño. Y la indiscutible belleza, eterna y profunda, de la foto analógica.

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