viernes, 25 de mayo de 2007

LOS JUDÍOS FRENTE AL SEGUNDO MANDAMIENTO ( I )

Conflicto entre la prohibición y la vocación
(Parte 1)
por Lic. Silvia Heger *1


La interpretación de esta ley ha ido desde el hecho concreto de no realizar imágenes que
representaran a Dios, hasta una conducta de enorme alcance que implicó no crear ni reproducir
ningún tipo de imagen del mundo que pudiera, eventualmente, erigirse en ídolo.

Cabe formularse varios interrogantes:

-¿Hasta qué punto la interpretación dura y monolítica de la ley afectó la creatividad visual de
los judíos?;

-¿En qué medida esta ley fue respetada por todos los fieles, sin modificación, durante milenios?;

-¿La orden alcanza, también, a los coleccionistas, esa especie humana que acumula obras de arte
por inclinación estética y por admiración a los artistas?, y por último,

-¿En qué posición se ubican los críticos, o sea los que enfocan el arte como objeto de estudio?

La historia universal de la pintura y la escultura nos informa con bastante contundencia que, en sentido muy amplio, el Segundo Mandamiento determinó una presencia muy limitada de judíos en las artes visuales, hasta que en el siglo XX, como consecuencia del cambio de costumbres y de enfoque de la religión, los judíos empezaron a protagonizar una especie de explosión creativa en pintura y en escultura.

La escasa actividad plástica de los judíos llevó a algunos brillantes esteticistas conclusiones estrafalarias. Ahí tenemos la opinión del gran crítico norteamericano -de origen plenamente hebreo- Bernard Berenson, exquisito coleccionista por otra parte, quien adjudicó a los judíos una ceguera psíquica con respecto a la plástica: "Los judíos han desplegado muy poco talento hacia lo visual y casi ninguno hacia las artes figurativas...
Sin embargo, hay muchos judíos dedicados al coleccionismo y al ensayo filosófico-estético, yactualmente también son numerosísimos los artistas de este origen, lo que echa por tierra la pretendida cientificidad de esos prejuicios.

Lo cierto es que, en miles de años de existencia, diseminados en infinitos lugares del mundo entero, y sin una única y aglutinante autoridad sacerdotal (como, por ejemplo, el Papa para los católicos), el pueblo hebreo ha tenido variados enfoques referidos a la práctica de las artes visuales: durante siglos la creatividad se concentró en la ilustración de libros relacionados con el culto y con la historia, sin que olvidemos de mencionar el grabado y la arquitectura. Y a partir de mediados del siglo XIX, el desarrollo de la pintura y la escultura fue en permanente crecimiento.


ILUMINACIONES DE MANUSCRITOS

En Europa Central, en los siglos XVII Y XVIII, el afianzamiento de grupos extremadamente observantes, de tono muy rígido, determinó –en nombre del Segundo Mandamiento- el final de la práctica de la ilustración de libros hebraicos y, peor aún, el olvido de todo lo que se había realizado hasta esa época. Al rescate de un material maravilloso e inagotable han ido algunos estudiosos librepensadores, judíos y no judíos, que todavía hoy se encuentran en plena tarea de descubrir, clasificar, analizar, y dar a conocer, muchísimas obras producidas por y para judíos europeos, durante unos 500 o 600 años. Hablamos de libros sagrados y seculares, cuyas preciosas ilustraciones -técnicamente llamadas iluminaciones- constituyen verdaderas piezas de arte. Y adicionalmente, son una fuente ineludible para descifrar aspectos desconocidos de la vida hebrea durante la Edad Media y los tiempos neoclásicos y racionalistas.

¿Cómo se concilia la prohibición de hacer representaciones de imágenes con la profusión de miniaturas que decoran páginas de libros sagrados judíos de la Edad Media? La respuesta reside en la naturaleza inevitablemente dinámica de cualquier cultura que, como el judaísmo, ha visto surgir diversos tipos de estilos de vida y expresión, cada uno con un diferente punto de vista sobre la prohibición bíblica. Por ejemplo, el estudioso judeo-español del siglo 15 Profiat Duran, escribió, muy convencido, lo siguiente:

"La contemplación y el estudio de las formas agradables, las bellas imágenes, y los dibujos, ensancha y estimula la mente y refuerza sus facultades... Así como Dios quiso que su Casa Sagrada estuviera adornada con oro, plata, joyas y piedras preciosas, así debe ser con sus Libros Sagrados".

Por la misma época en que Profiat Duran estimulaba la ornamentación de textos, un rabino alemán condenaba las decoraciones de los libros de oración porque distraían y supuestamente impedían concentrar la mente en lo divino.

En 1901 un importante teórico sobre historia del arte, Josef Strzygowski, arriesga, y con razón, la hipótesis de que los artistas medievales cristianos tomaron ideas en pre-existentes manuscritos judíos de tiempos helenísticos, para ilustrar las escenas del Viejo Testamento. Hubo sorprendentes descubrimientos arqueológicos de mosaicos y pinturas en pisos de sinagogas sirias (Dura-Europos, a orillas del Eufrates, del siglo III d.C.) y palestinas tardías.
Indudablemente, sumergirse en el estudio de los códices hebreos y sus iluminaciones implica una fuente de inagotable placer y asombro ante las bellezas plásticas que se pueden hallar. Y, lo que no es menos cierto, por el increíble valor documental que proporcionan estas imágenes.

Las primeras imprentas -una vez reducido el monopolio de los monasterios con respecto a la escritura de códices- estaban manejadas por artesanos cristianos. Pero en algún momento de la Baja Edad Media, por los siglos XII o XIII, en ciertas ciudades más tolerantes -en España, en Italia, en el sur de Alemania, en Francia-, los judíos lograron integrarse a los talleres de imprenta y luego, manejaron ellos mismos algunas imprentas de altísima categoría, de las que provienen la mayor parte de los manuscritos más preciados. En el caso de los talleres cristianos, es lógico suponer que los artesanos estuvieron muy orientados por los judíos sobre los más mínimos detalles del significado de los textos que estaban transcribiendo e ilustrando. Más adelante, es posible detectar la mano misma y el criterio de los judíos que editaban e iluminaban las obras, según dan cuenta, por otra parte, los colofones prolijamente detallados al final de cada texto.

Se han encontrado códices producidos en tierras islámicas (Yemen, Palestina, Egipto, Persia, entre
los siglos IX Y XVII). Las miniaturas de estos textos indican una interesante influencia de los rasgos fisonómicos orientales en las figuras humanas hebraicas, y las interpretaciones de algunas leyendas e historias míticas están impregnadas de color local. Todo lo cual señala un inevitable diálogo entre culturas –cualesquiera sean ellas- que habitan contemporáneamente el mismo territorio.

Acerca de la influencia de la cultura cristiana sobre la judía en el tema específico de la edición de textos hebreos, cabe detenerse en los siguientes aspectos:

LAS LETRAS. El alfabeto hebreo no usa letras mayúsculas, por lo tanto lo que se desarrolló es el uso resaltado de una palabra inicial, o incluso de la letra inicial muy destacada, todo esto como directa imitación de los textos latinos cristianos que sí tenían mayúsculas.

LA IMAGEN DE DIOS. Una característica de los códices iluminados por judíos es que la pintura de Jehová está cuidadosamente evitada, y reemplazada por rayos o por una mano.
Precisamente este punto es significativo para el caso de determinar si un códice fue elaborado por un artesano judío o gentil. Evidentemente, si la figura divina está representada por una imagen humana, resulta evidente que el artesano fue un cristiano que aplicó su sistema de creencias al texto confesional hebreo.

IMAGENES CON ANIMALES. Hacia finales del siglo XV, en el sur de Alemania, se extendió un movimiento de ascetismo cristiano que condenó la representación de figuras con rostros humanos.
Fue el eco, muy distante en el tiempo, del tremendo movimiento iconoclasta en Bizancio. Esta prohibición tocó a los grupos de judíos establecidos en esas tierras, y se tradujo en una serie de códices cuyas miniaturas combinan figuras humanas muy distorsionadas con cabezas de animales. Coincide este estilo con una época de empobrecimiento económico de estas comunidades, lo que también se observa en los códices, que son considerablemente menos lujosos y muchísimo menos creativos que sus coetáneos italianos, por caso.

Los libros más frecuentemente miniados (es decir, que cuentan con miniaturas iluminadas) son los libros con las oraciones de Pascua, la Torah, libros con leyendas, como el Libro de Esther, y otros textos seculares: textos de Maimónides, el Canon Medicinal de Avicena, mapas náuticos).

Los manuscritos hebreos más espléndidos provienen del Renacimiento de Italia, donde los judíos participaban de círculos de humanistas asociados con Pico del la Mirandola (uno de los más notables humanistas del Renacimiento florentino). Familias judías ricas imitaban los pasatiempos de los Medici y los Este comisionando libros litúrgicos y seculares -tanto en hebreo como en traducciones al italiano- para sus espléndidas bibliotecas palaciegas. Actualmente se continúa descubriendo algunos valiosos códices en las inmensas Bibliotecas Vaticanas, entre otras.

En resumen, los libros iluminados hebreos reflejan la multifacética compenetración de los judíos con las mayores culturas del occidente cristiano y del oriente islámico. Adaptando los estilos fundamentales de estas civilizaciones, los códices iluminados remiten a las tradiciones religiosas eminentemente judías y responden a sus inalienables imperativos religiosos

FUENTES CONSUL TADAS:
-Hebrew Manuscript Painting, de Joseph Gutmann, Editorial George Braziller, Inc., 1978.
-Pintores y escultores judíos, De Karl Schwarz, Editorial Israel, 1950.
-Los judíos de Europa, de E. Romero Castellón y U. Macías Kapón, Editorial Anaya, 1994.
-El pueblo judío, de Max Wurumbrandt y Cecil Roth, Editorial Massada Press, 1970.
-Manual de la historia judía, de Simón Dubnow, Editorial Sigal, 1977.
-Chagall, de Raymond Cogniat, Editorial Flammarion, 1968.
-DIE DARMSTADTER PESSACH-HAGGADAH. Edición crítica y edición facsimilar del códice original del siglo XV. Edición realizada en la Imprenta de Bruno Italiener, Leipzig, 1927.

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*1- Silvia Heger Profesora en Letras egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Fue coordinadora docente y directora de estudios del Instituto de Estudios Superiores de Buenos Aires (Profesorados). Es docente de la cátedra de Redacción del Instituto Argentino de Secretarias Ejecutivas. Dicta cursos en empresas privadas, tales como Mobil Argentina S.A., TotalFinaElf, Motorola Argentina S.A., Grupo Techint, Mitsui Argentina, etc.

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