“Un día que hará historia” – Así podría definirse la conferencia organizada el pasado 21 de octubre por Industrias Culturales Argentina y la Sindicatura General de la Nación, donde desde hace una semana se exhiben cuarenta de los dibujos extraordinarios de la Colección Cristiano Ravarino, "La Punta del Iceberg" curada por Edward Lucie-Smith y Massimo Scaringella. Dicha colección, cuya autenticidad –ya corroborada– ha estado en tela de juicio durante más de diez años, está formada por dibujos autónomos, intensos y esenciales, verdaderas obras de arte que suponen una reflexión interior, una mirada hacia atrás que realiza sobre sí mismo el propio Francis Bacon, en la que es casi su última etapa.
Pero lo que hace único este día no es sólo el hecho de que podamos descubrir dibujos casi desconocidos, ni que se esté dando en primicia en Buenos Aires y en toda Latinoamérica. Lo que lo hace único es que los recorrimos a través de los ojos de quien fue uno de los grandes amigos de Bacon, uno de los pocos que el pintor “contaba con los dedos de una mano”… el amigo con quien compartió anécdotas, juergas, arte, malhumores, vida e, incluso, el amigo a quien llamaron para identificar su cuerpo ya sin vida, en una noche de 1992, en Madrid. Es, en definitiva, el escritor, pintor y escultor de fama internacional Horacio de Sosa Cordero.
Conversando con Horacio de Sosa Cordero
“Por puro azar, me encontré cara a cara con mi amigo hablándome desde sus trazos, desde una obra desconocida para mí y por fin salió a la luz, que merece está en los mejores museos del mundo para deleite de todos.”, dijo Sosa Cordero. Tras examinar cada uno de ellos, le ofrecimos para dar una charla al respecto, ahondando poco a poco en la obra, la personalidad y la amistad que le unió a Francis Bacon durante cuarenta años. Él es quien nos adentra, a continuación, en la vida de uno de los artistas más geniales del s. XX. Él –junto con Francis Bacon– fueron quienes hicieron de este día un día “casi histórico”.
Conversando con Horacio de Sosa Cordero
Usted, Horacio de Sosa Cordero, fue un gran amigo de Francis Bacon –prueba de ello son, los retratos que realizó de usted–. ¿Cómo comenzó esa amistad? ¿Y cómo describiría a Bacon?
A Francis lo conocí en los años 60, cuando era un joven artista y vivía en Londres. Nos presentó un amigo en común, David Sylvester, y así empezó una gran amistad.
¿Cómo era Bacon? Era una persona enigmática, imprevisible, de gran carisma… pero también de gran malhumor –sobre todo cuando se le hacían preguntas que no le gustaban. Por ejemplo, no se le podía hablar de pintura, aunque sí de los grandes a quien admiraba: de Velázquez, de Picasso o de nuestro gran amigo Alberto Giacometti. En fin, era enigmático, insociable, irascible, representaba todos los extremos: podía hacer un escándalo delante de la Reina de Inglaterra o ser un auténtico caballero de un vagabundo. Y, sobre todo, era muy amigo de sus amigos. Ahora que miro este autorretrato tardío suyo, realizado en 1980, recuerdo que una vez le pregunté: “¿Por qué siempre se hace tantos autorretratos, Francis?”. Y él me contestó: “Y… ¿qué quieres que haga? No tengo muchas personas para pintar, no conozco mucha gente. Además, con esta cara de puding-face que tengo… así me sale.”
La atribución de los dibujos de esta muestra de Francis Bacon ha sido objeto de polémica durante más de diez años, sobre todo a raíz de la aceptación general de que “Bacon sólo pintaba, no dibujaba”. ¿Qué opina al respecto?
Primero de todo, no se trata de una opinión. Y no puedo hablar de “atribuirle” los dibujos a Bacon, puesto que una “atribución” lleva implícito que uno no está del todo seguro. Y aquí –y esto es un hecho– estamos ante auténticos dibujos de Bacon , y eso no es discutible, como tampoco es discutible el hecho de que él sí dibujaba.
La gran confusión sobre sus dibujos la creó un artista, Michael Ayrton que escribió una nota en una revista Burlington Review of Art, en la cual señala que “Bacon no sabía dibujar”., esto lo dijo un crítico, un artista mediocre. Por lo cual, un día, Bacon se encuentra con este artista por la calle y, muy molesto, le increpa, diciéndole: “Y usted qué sabe si yo dibujo?”.
Por supuesto que dibujaba, solo que la mayoría de las veces quedaron guardados en carpetas (no podía enseñarlos por todo un compromiso comercial que tenía con cierta galerías), o los rompía y dejaba abandonados en su “burdélico” atelier de Londres. Su atelier: ese lugar que tuve el privilegio de frecuentar casi a diario, puesto que la gente que lo visitaba se podía contar sólo con los dedos de una mano.
Volviendo a sus dibujos, Francis Bacon realiza más de 300, que podríamos llamar “dibujos secretos” de Francis Bacon, como también existen los “dibujos secretos” de Leonardo Da Vinci, de Miguel Ángel Buonarotti, o de Caravaggio. Y son dibujos que regala a sus amigos y a sus amantes. Y Ravarino, en este caso, es el depositario de todos estos dibujos que Bacon dibujaba, sea en su tallar en Londres o en Bolonia, Venecia o donde fuera, en todos esos viajes que realizó a Italia.
En definitiva, es todo un honor poder contemplar esta Colección de Cristiano Ravarino, estos “dibujos secretos” suyos. Se trata de una muestra que podría estar en cualquier museo internacional, como en el Metropolitan Museum, la Tate Gallery o el Louvre. Pero hoy está aquí, en Buenos Aires, convirtiéndose en toda una primicia para América Latina.
¿Resaltaría alguno de los dibujos dentro de la Colección?
Primero de todo, habría que decir que son dibujos repentistas y de gran rapidez de ejecución, y donde se aprecia una reflexión dentro de sus obras, una vuelta a sus temas constantes: los autorretratos y retratos, las Crucifixiones, los Papas… De hecho, la representación del Papa Inocencio X, después de Velázquez, es una de las constantes dentro de la obra de Francis Bacon, datándose su primer cuadro al respecto de 1947. Este dibujo en particular, realizado entre los años 70-80, es una obra magistral donde se pueden ver todas las consecuencias de su obra pictórica anterior, como se puede apreciar en el resto de la colección: el carácter nervioso de sus líneas, las deformaciones, las composiciones simples, sus atmósferas, la insinuación… Esto me recuerda cuando le preguntaba por su pintura, a lo que él me contestaba: “Horacio, mi pintura consiste, antes que nada, en un juego. Y en el azar. Y en la pura intuición. El juego, y la casualidad, y la forma de capturar la apariencia con un monto de sensaciones”. Palabras de Bacon.
Podríamos decir que la obra de Bacon estaba inmersa en sentimientos irracionales, en fuerzas contenidas, en intuición, en “fatalidad”, quizás. Pero… ¿y su vida?
Francis Bacon estuvo siempre rodeado de la fatalidad, como él decía. Todos sus grandes amigos y sus amantes, iban muriendo, uno tras otro. Y, así, se iba quedando, día tras día, año tras año, solo. Por eso, en su vida enigmática, él siempre dijo “Estoy rodeado de muerte”. soy uno de los pocos amigo de Bacon que quedan con vida.
ÉL amaba la vida, el casino, las tertulias, los buenos restaurantes, la bebida, las juergas, los bares… Recuerdo, por ejemplo, el primer viaje que hizo a Madrid, que lo hizo conmigo. “Horacio, llévame a España”. Y allá que fuimos, porque le encantaban las corridas de toros. Entonces, él estaba en Londres, yo en París, y nos encontramos directamente en Madrid. A partir de entonces tomaba el avión y viajaba muchas veces a Madrid, aprovechando siempre para visitar el Prado y ver a sus pintores favoritos: Goya, Velázquez y Picasso, en su último viaje, en el año 92, fue a Madrid junto con su amigo John Edward para asistir a una extraordinaria exposición de Velázquez. Pero tuvo un ataque cardiaco y lo internaron en una clínica... Y él, que nunca fue practicante ni pisó una iglesia, lo pusieron en la clínica al cuidado de dos monjas…. Y bueno, ahí fallece. John Edward me llamó por teléfono a París, y viajé a Madrid para identificar el cuerpo y arreglar todas esas cosas de las que hay que ocuparse en esas circunstancias, tan desagradable y triste, siendo un amigo.
¿Cómo calificaría esta colección de dibujos de Bacon? ¿Por qué es tan importante?
Considero que estos dibujos son de importancia trascendental para el arte y que van a abrir nuevos caminos a los jóvenes artistas. No solamente son importantes por la calidad y ejecución, sino porque marcan el último período de Francis Bacon, en el cual él realiza los dibujos con gran pensamiento y entereza marcando toda su obra realizada anterior. Voy a decir algunas palabras de Bacon, porque para Bacon la pintura –o el dibujo, que lo realizó– era un juego. Voy a responderle con estas, palabras de Francis: “Todo el arte es ahora una especie de juego en el que el hombre se distrae. Y es bueno decir que siempre fue así: absolutamente un juego. Yo pienso que, en ese sentido, las cosas han cambiado, y lo que será realmente fascinante es que este juego va a ser más difícil para el artista, pues tendrá que profundizar más aún el juego para sacar de él algo bueno”. Palabras de Bacon, que son una gran enseñanza para los nuevos artistas y para la aventura del arte, del siglo XXI
Horacio de Sosa Cordero
Primavera del 2010
1 comentario:
Hola soy Andrés Giles, amigo y alumno, del Gran Maestro, Horacio de Sosa Cordero... Es de una alegria infinita tener una exposicion de los dibujos secreto de Francis Bacon!!!
Muchisimas Gracias!!!
Atentamente,
Andrés Giles
www.andresgiles.com
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