Louise Bourgeois: el retorno de lo reprimido
Curador:Philip Larratt-Smith ver muestra>>
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Fundación Proa
Del 19 de Marzo al 19 de Junio
Entrada: $ 10.- Est $ 6.- Jub $ 4.
Del 19 de Marzo al 19 de Junio
Entrada: $ 10.- Est $ 6.- Jub $ 4.
Recién llegado de San Luis a Buenos Aires y luego de estar ausente 50 días de la escena porteña, el artista visual Aníbal Garfunkel recorrió durante dos horas junto a Arsomnibus, una psiconalista -la licenciada Paola Calcerano- y el soporte fotográfico de Juan Cruz Lobo, la impresionante muestra de la franco estadounidense Louise Bourgeois, que hace días se inauguró en la sede de la Fundación Proa en la Boca, a metros del Riachuelo y de la inefable Vuelta de Rocha.
Estas son las algunas de las impresiones de nuestros invitados especiales, ante las 85 obras que integran una mega exposición excepcional, titulada "Louise Bourgeois: el retorno de la reprimido", que clausura al público el 19 de julio.
Hubo asombro y silencios, entre la marea de argentinos y extranjeros -estuvimos los cuatro, un domingo por la tarde- que visitan diariamente la muestra (menos los lunes) ; y Garfunkel -quien en mayo próximo expondrá su propia producción artística, dentro del espacio Barrio Joven, que todos los años arteBA brinda a los artistas- varió varias veces su estado de ánimo, ante la mirada absorta de quienes transitan las cuatro salas de Proa destinadas a la obra de la artista.
"Veo gran autenticidad en el trabajo de Borugeois, porque ella moldea desde sí misma y desde una situación personal una obra que nos permite meternos en un rincón de su cabeza, creando imágenes de gran naturalidad artística, con una técnica admirable".
"Hay cierto encanto en lo siniestro y la brutalidad, sobre todo en el manejo de los materiales que utiliza para componer objetos de arcilla, modelados con absoluta maestría, donde trabaja mucho lo interno, lo hueco y el agujero que parece sustentar la realidad".
"Por eso es una obra muy contemporánea y coherente representativa del mundo en que vivimos".
"Me impresiona muchísimo Maman, esa escultura monumental que vimos al principio, porque la famosa araña guarda nueve huevos de purísimo mármol blanco, que -a mi juicio- están emparentados con los nueve meces de gestación de la mujer".
"Es como si la artista misma hubiese tejido tramas y redes, nutriéndose de distintos estilos estéticos, para significar una única y particular forma de hablarle al público y de transmitirle sus entrañas y su perturbante mundo interior".
"Creo que su máxima -inconsciente quizás- fue: dibuja tu mente y pintarás la de las demás".
"Todo lo que vemos aquí hoy, es como sueño atrayente y a la vez escabroso, porque nos toca desde lo más profundo del ser y donde el cuerpo humano -protagonista principal de su obra- está visto (y decapitado), como un tejido más de la vida y de las cosas de este mundo, que a todos nos angustia".
"Es admirable la libertad con que trabaja y elabora técnicamente su obra y la carencia de preconceptos para expresar el resultado artístico de su labor".
"La elección de materiales como el bronce, el mármol y el acero inoxidable denotan la pureza y solidez de sus creencias, y el amor y preciosismo técnico con que arribaba a ellos"
"Bourgeois nos transmite visiones de un mundo inexorable, donde hay que aceptarnos como somos y donde la realidad permanentemente contribuye a deformarnos y , nuevamente, a formarnos como finalmente somos. En definitiva, yo creo que la artista nos quiere decir que la realidad es mucho más compleja que una mera deformación, llamémosla equilibrada, de sí misma".
"Todas son imágenes muy potentes y, viéndolo bien, sus inquietantes arañas, si bien tienen su parte fuerte, a mí se me representan bastante amigables y generosas con el paisaje ".
A todo esto, hay que decir que a Garfunkel y a Paola Calcerano, a veces les faltó el aire cuando vieron la muestra de L.B. ( y que todos respiramos aliviados cuando salimos de nuevo a la calle), porque no dejaron de sugerir durante la recorrida, que sentían el conjunto de la obra concebida en un clima de bárbaro y tenebroso nerviosismo; y no en el sutil y estrecho desfiladero de la paz, que la artista -parece- nunca transitó.
Claro: nuestra vivienda -el cuerpo- es una ruina insegura nos sugiere L.B. en esta exposición, porque su mano nunca negoció con los dioses y demonios de la moderna sociedad estadounidense, donde desarrolló gran parte de su vida.
Esta obra (cada una de ellas), seguramente explotó por los poros de la artista, que nunca desestimó sus vínculos con el psicoanálisis y su parentesco con el surrealismo de postguerra.
Tal vez, hay mucho de arrojo íntimo y personal y no de arrepentimiento: puro talento en manos de esta artista única que, durante muchos años de su extensa vida pagó el precio del silencio de la crítica mundana.
Tal vez, sus propios pecados y bendiciones se entremezclaron en la charla que tuvimos con Garfunkel y Calcerano.
Ella murió hace poco, a los 83 años, entre la tierra y el cielo, finalmente consagrada por la copiosa y para nada obsecuente crítica internacional que, curiosa y paradójicamente, antes -años atrás- la había ignorado y pasado por alto; como una de las más grandes, prolíferas y por cierto, temibles ( como la famosa, fabulosa y mortuoria araña, símbolo hermenéutico y alter-ego de la mega mater tejedora y protectora, que ahora está en Buenos Aires y que luego viajará directamente a New York ) manifestaciones artísticas del siglo XXI que, -obviamente- no la había visto nacer, pero sí crecer hasta el límite de la vejez y bucear en el -para ella- inescrutable y frenético destino humano.
Finalmente, Maman -de 22 toneladas de bronce- cumple varias funciones. Es, literalmente, el mascarón de Proa, porque da al sin igual y turbio río ( que nadie pintó mejor que don Quinquela Martín y se impone siniestramente a la entrada de la Fundación, donde hoy yace instalada parte importante de la obra de L. B. , como un único y gestual objeto creativo y tan elocuente, porque pareciera que desde el más allá habla por sí misma ( la artista); y también porque precisamente y preciosamente precede y antecede ( al aire libre ) la entrada de la muestra. Justamente, el renombrado artista boquense parece guiarnos aquí y allá, desde lo agrio del paisaje pictórico que lo vio nacer manifestarse y morir , hasta la cima de otro arte (el de L. B.) que reclama (a gritos luz), gran parte de lo que el arte contemporáneo nacional e internacional alberga y contiene de estupor y, de hediondo hondo, fondo ( olor) a fango.
Claro: hay algo que une y despiada a la artista con el mítico universo natural y putrefacto ( el de este río), que sin lugar a dudas nos inclina a pensar la vida y el arte moderno, como dos caras de una misma moneda, donde sufrimiento y felicidad se alzan en gestación, para soportar el titánico y mitológico esfuerzo cotidiano que hace la humanidad para seguir con vida.
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