sábado, 19 de mayo de 2012

Entrevista a Roberto Fernández Retamar, poeta , ensayista y promotor cultural cubano.

 “Mariposas en el estómago” Por Ernesto Sierra & Mercedes Mayol

Estoy en Matanzas, a 100 Kms. de La Habana y me acomodo en la sala donde en unos minutos comenzará el encuentro de escritores. Enciendo el portátil y las ventajas de internet me permiten abrirme una ventana al mundo desde la llamada Atenas de Cuba. Me encuentro en el chat con mi amiga, la escritora argentina Mercedes Mayol. Es viernes y ella me recuerda que a la tarde se presentará en el frio Buenos Aires Una salva de porvenir, el más reciente poemario de Roberto Fernández Retamar.

Retamar a sido invitado a la Feria del Libro de la ciudad porteña y  accedió a llevarle correspondencia mia a Mercedes y a María de los Angeles Marechal, hija del escritor Leopoldo Marechal. Esa tarde por fin se encontrarán. Estamos expectantes. A Mercedes le entusiasma el conocer a Retamar en persona y a mi, que se conozcan. Hemos hablado de entrevistarlo, de no dejar pasar la oportunidad de verlo en acción en ese país que ama, al que ha dedicado no pocas páginas y que tan presente está en su obra de artista y pensador.

En el chat se entremezclan criterios y emociones pero sabemos que no podemos improvisar. Retamar es uno de los más destacados protagonistas de la literatura en lengua española, es un conversador agudo y estará muy ocupado en esta Feria. Así que repasamos un cuestionario escrito a dos manos. Mercedes intenta hablarme de su estado, de su emoción pero no puedo imaginar el escenario bonaerense. Me viene a la mente el texto irrepetible de Borges en el cual construye su encuentro imposible con Lugones y esto solo hace que mi imaginación se cohíba aún más. Esperar, solo me queda esperar por las noticias de Mercedes. Tengo esta rara sensación encima que no puedo describir. Intento concentrarme en el evento que está por comenzar y dejar pasar el tiempo. El tiempo pasa rápido, recibo las noticias y, para mi asombro, la trascripción de la entrevista. Mercedes Mayol no solo es una gran escritora; es, además, una trabajadora incansable.

Mi imaginación sigue dormida, no la necesito, pues tomo prestadas las palabras de Mercedes y al terminar de leer todo caigo en cuenta que durante el tiempo transcurrido he tenido esa sensación inenarrable de “mariposas en el estómago”.

©Ernesto Sierra

Son las 12.15 pm. Estoy sentada en el bar de la esquina del Hotel donde se aloja el escritor Roberto Fernández Retamar. Me acaba de llegar un mensaje que reza la imposibilidad del cameraman de llegar a tiempo para la entrevista, mas este temblor que siento en el alma, no se debe a esta noticia, si no a la ansiedad que me produce el poder conversar con este hombre en el cual subyacen la lucha y la historia, no solo de una de las mentes más brillantes de la Revolución cubana, si no de la lucha por la identidad de la literatura latinoamericana.

La piernas se me van convirtiendo en gelatina mientras camino hacia el hotel, creo que ni en la primera cita romántica con el hombre de mi vida he estado tan emocionada, y es esta sensación de mariposas en el estómago lo que me da la pauta de que este encuentro es uno de esos milagros extraordinarios con que Dios tapiza últimamente el sendero que transito.

Empujo la puerta giratoria y lo veo allí sentado, elegante y sereno. Me acerco a él, le doy un beso en la mejilla, pues los Argentinos somos de saludar así, sin demasiados preámbulos e incluso irreverentemente  y es quizás ese sutil contacto, o su tranquilizadora calidez lo que hace que en ese instante mi ansiedad desaparezca. Se que su tiempo es muy limitado, pues estará muy pocos días en Buenos Aires y siento el peso de esa frase “el tiempo es tirano”. Mi egoísmo natural, hace que sienta unos locos deseos de poder tenerlo solo para nuestra Fundación y más que nada para mi, pues debo confesar que siento por Retamar, además de un gran cariño, una profunda admiración y respeto que brota desde los mas hondo de mi corazón porteño.

Nos sentamos en unas sillas cómodas frente a una mesita de café, apoyo la cámara de video con la vana esperanza de que el cameraman llegue a tiempo, y saco mi grabador de periodista para comenzar la entrevista. El mira con serena curiosidad cada uno de mis movimientos, incluso cuando se me cae con torpeza el capuchón de la cámara en dos ocasiones, se mantiene elegantemente serio demostrando así su caballerosidad legendaria.

Respiro profundo y comienzo a grabar diciendo:
Estamos aquí con el poeta, ensayista y promotor cultural cubano, Presidente de la Casa de las Américas y Director de la Academia Cubana de la Lengua, Roberto Fernández Retamar,  quien ha presentado en Argentina su poemario Una Salva de Porvenir.  Hemos tenido el privilegio de filmar esa presentación, y digo privilegio por que pocas veces se tiene la oportunidad de estar frente a frente con una de esas personas en que la vida se aleja de la trivialidad en pos de una labor incansable que le ha valido premios, seguidores y detractores. Nada genera mas atención en este mundo que aquel ser que es capaz de salirse de lo común y mundano y puedo decir que este hombre, con una voz de tempestades y truenos es definitivamente uno de esos seres.

Este libro y sobre todo el poema que le da nombre, “Una salva de porvenir”, da la impresión, al menos desde mi punto de vista, de ser una revisión, una especie de contemplación interna de esa vida, del significado y las decisiones tomadas en esas encrucijadas donde nos vemos obligados a tomar un sendero o detenernos a recibir lo que nos toca.

La poética sensibilidad de sus textos, la manera en que maneja los silencios, la intensidad y profundidad de sus pensamientos, se ven reflejados en cada letra derramada desde el alma por este creador irreverente y al parecer de una inspiración inagotable.
Le agradecemos infinitamente estos minutos de su valioso tiempo le digo al tiempo en que el vuelve a sonreír:


-En el ensayo Nuestra América, en clara referencia a Domingo Faustino Sarmiento, el prócer cubano José Martí escribió: “...no hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza” ¿Cómo interpreta usted este pensamiento martiano?

Evidentemente, es un diálogo, un pensamiento muy difundido y fuerte de Sarmiento. El planteaba la necesidad de imponer en nuestras tierras lo que él llamaba “La civilización” sobre lo que él llamaba “La barbarie”. Ya Martí impugnó ese criterio mucho antes del ensayo Nuestra América. En 1884, en un artículo periodístico, él decía que rechazaba el pretexto de que la civilización es el nombre vulgar con que corre el estado actual de Europa o de (¿será que?) la América Europea tiene derecho natural de apoderarse de la barbarie, que es el nombre que los que desean la tierra ajena dan a todo hombre que no es de Europa. Eso es en el año 84, es decir en vida de Sarmiento. Ya en el año 1891 había muerto Sarmiento -al que Martí admiraba mucho como escritor- que fue realmente un extraordinario escritor. Incluso le llamaba el verdadero fundador de la República Argentina, pero discrepaba de algunos planteamientos y sobre todo de este planteamiento de “Civilización y Barbarie” y ratificó el criterio de él en Nuestra América.

-¿Cree Ud. que hemos logrado transformar, o eliminar ya, la influencia europea en la literatura latinoamericana?

Bueno, esa influencia no es necesariamente negativa. Ayer asistimos a un espectáculo teatral impresionante, en que la actriz recitaba el monólogo final del Ulises de Joyce. Sin Joyce, sin Kafka, no se imagina uno la actual literatura latinoamericana. De manera que no se trata de arrojar por la borda el agua y el niño. Salvemos al niño. (risas)

-¿Es cierto que conoció al Che Guevara y que sostuvo alguna polémica epistolar con él? ¿Puede hablarnos de ello?

Bueno, el Che era una persona muy asequible, hablaba con todo el mundo en un sentido de jerarquías. Yo lo vi en varias ocasiones, y sobre todo una de la que he hablado -sobre la que he escrito en más de una ocasión- en que viajamos juntos de Praga a La Habana. El avión se estropeó en Shannon, Irlanda, y pasamos allí dos o tres días con sus noches y conversamos mucho. Entre las cosas de que conversamos fue del manuscrito que él me había dado, de lo que iba a ser su carta a Carlos Quijano, publicada con el nombre de El socialismo y el hombre en Cuba, un texto magnífico que me gustó mucho y se lo elogié mucho, pero discrepé en la manera como se refería él a los escritores cubanos y el Che me pidió que publicara esa opinión para polemizar conmigo. Yo le dije, no, nadie en Cuba se va a atrever a publicar una polémica con el Che. Entonces era conocido como el Héroe de Santa Clara, había tomado la Ciudad de Santa Clara. Y el Che me dijo, mándamelo a mí y yo lo hago publicar y te respondo. Efectivamente, yo escribí mi carta, se la mandé pero el Che ya no pudo leerla por que había salido a otras tierras del mundo. Lo he publicado posteriormente con el nombre “Para un diálogo inconcluso sobre El socialismo y el hombre en Cuba”, pero no una polémica, si no el señalamiento de algunos criterios no compartidos.

-Usted preparó la Antología Poética de Jorge Luis Borges que publicó en Cuba la Casa de las Américas ¿Cómo pudo lograr esto con un Borges en apariencia hostil hacia la Revolución cubana?

Borges no tenía ninguna simpatía por la Revolución Cubana. No tenía ninguna simpatía por las ideas de izquierda en general. Me dijo muy graciosamente: “Estoy contra los comunistas imparcialmente”. Incluso con la propia Argentina tuvo opiniones discutibles digamos. Y cuando fue al Chile de Pinochet hizo de él un elogio terrible. Pero Borges políticamente no era una persona conocedora de la política, era un escritor genial y como de hecho está ocurriendo ya, sus malas opiniones políticas están siendo olvidadas y su extraordinaria obra de escritor cada día crece más. Tuve la ocasión en el año 1985 -en que asistí a la feria del libro de Montevideo- de visitar Buenos Aires y tuve la ocasión de pasar una tarde con él. Le plantee la necesidad que teníamos en la Casa de las Américas -donde se han publicado ya más o menos 1000 títulos- de publicar una antología suya y estuvo de acuerdo. Ahí recalcó algunos criterios curiosos como que no podía poner “….al muere” o La fundación mítica de Buenos Aires. Bueno, cumplí eso y también me dijo que no apareciera Hombre de la esquina rosada. Pero yo le dije que en la antología íbamos a publicar otro cuento de él sobre Rosendo Juárez que es un poco lo opuesto de El hombre de la esquina rosada. Fue muy afectuoso, muy gentil. Incluso cuando le dije que no podríamos mandarle dólares, me dijo, “a mí no me interesa el dinero”. Era un hombre de mucha bondad y de inmenso talento.


-Es conocida la profunda amistad que existió entre usted y Julio Cortázar. ¿Cómo nació esa amistad?

Nació porque en junio, a principios del año 1963 fue a Cuba para integrar el jurado del premio de Casa de las Américas y ahí fue que nos conocimos, nos conocimos superficialmente. Pero después que él había regresado a París, leí Rayuela y quedé profundamente estremecido por esa inolvidable novela, y le escribí y él me respondió, y así iniciamos una correspondencia que duraría los 20 años de su vida y solo terminó con su muerte. Muerto él, escribí un poema que se llama Última carta a Julio Cortázar. Tuvimos una amistad entrañable, lo admiré sin límites. Y lo sigo queriendo y admirando.

-¿Podría evocar algunas anécdotas que nos ayuden a conocer el carácter de Cortázar, su relación con Cuba?

Bueno, Cortázar llamaba a Cuba “la isla de los Cronopios”. Él había leído según me contó, un libro del escritor norteamericano Waldo Frank sobre Cuba, que publicó, la traducción al español se publicó aquí en Buenos Aires, el leyó ese libro y se sintió conmovido por la experiencia cubana y durante esos 20 años últimos de su vida, fue un amigo de todos los momentos de la revolución cubana. En una ocasión difícil, escribió un texto que se llama Policrítica en la hora de los chacales. El creía que la hora de los chacales, estaba lanzándose contra Cuba y él ratificó su adhesión a la revolución cubana. Antes que este texto me había escrito una carta abierta sobre la situación del intelectual latinoamericano, que como se le dio mucha, mucha difusión a esa extraordinaria carta. En general fue una de las personas más talentosas, sino más honradas, más limpias que he conocido nunca.

-¿Esa amistad influyó de alguna manera en la obra literaria de ambos?

No, no las obras personales, pero en el libro de Cortázar, libro de cuentos, “Todos los fuegos el fuego” hay un relato que se llama reunión, que esta de alguna manera inspirado en una crónica del Che Guevara, se llama Alegría de Pío. A partir de la realidad, inventó ese relato extraordinario. Se sabe que él era un narrador excepcional, no solo Rayuela y las otras obras, también sus cuentos, también sus cartas, por que tenía el arte de escribir cartas. Yo no sé hasta que punto él habrá influido en la obra de escritores cubanos, pero creo lo hizo de una manera sutil y profunda, no de una manera superficial.

-En 1923 Borges publicó su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires. En 1993 usted publicó su poemario Fervor de la Argentina, ¿existe alguna relación entre los dos textos? ¿Qué lo motivó a dedicarle un libro entero a la Argentina?

Bueno, el libro Fervor de la Argentina quiso ser un homenaje ínter textual a Fervor de Buenos Aires, se cumplían entonces 70 años de la aparición de Fervor de Buenos Aires y quise que tuviese ese título en homenaje a Borges, pero el libro no es un libro enteramente mío, yo incluí allí, muchos poemas, cartas, testimonios diversos de escritores argentinos, y expliqué en el prólogo de ese libro por qué Argentina es tan importante para nosotros los cubanos, seguramente para los habitantes de otros países también. Y es que Cuba no tenía editoriales literarias, nos nutríamos de libros que procedían sobre todo de España, y con el fin de la guerra civil en el año 39, con el desdichado fin de la guerra civil, quedamos cortados de España y entonces nos volcamos sobre todo sobre dos países de lengua española, Argentina y México. La Argentina estuvo muy presente en mi generación desde el principio, sea el cine, sea la música, sea la literatura, sea lo que se publicaba en Buenos Aires que era una maravilla, y entonces, como le dije antes en el año 93, al cumplirse 70 años de Fervor de Buenos Aires, decidí reunir todos esos materiales y dedicárselo en el título a Borges.

-Siempre se ha hablado de Latinoamérica como un “crisol de razas”, obviamente porque toda nuestra historia está teñida de exterminio de las culturas locales y el aplastamiento de todo aquello que fuese una amenaza (lo diferente) para los colonizadores, pero a estas alturas, ese crisol ha generado una sangre nueva, de muchos matices y por ende más fuerte. Ve usted plasmada esta fuerza en los escritos de los escritores latinoamericanos noveles?

Estábamos hablando de Borges y voy a evocarlo de nuevo. Él decía que cuando era joven, olvidadizo de que era argentino, se propuso serlo. Se compró un diccionario y libros de un lenguaje argentino, sin darse cuenta de que hiciera él lo que hiciera, era argentino. Y así nos pasa a todos nosotros en nuestro continente, no es necesario nombrar nuestras profundas mezclas culturales y raciales, por que de hecho lo expresamos al escribir, al hacer cine, al hacer música y esa maravillosa mezcla que es la América Latina, se expresa naturalmente en sus obras de arte.


-¿Cuál cree usted es la emoción primordial que sustenta al artista, cualquiera sea la expresión que utilice. Es decir, el dolor, la inestabilidad o las penurias generan más poemas que la alegría. ¿Por qué piensa que sucede esto?

Bueno, yo creo que he escrito porque antes que yo, millares de personas habían escrito también. Uno se abre a la vida y se encuentra con una riqueza enorme literaria y artística. Los estímulos para las obras literarias y artísticas son muy diversos. Usted menciona, por ejemplo, que la tristeza es un estímulo más fuerte que la alegría, sin embargo hay escritores que han expresado la alegría, como por ejemplo Walt Withman, es un cantor de la vida positiva es muy difícil precisar en unas cuántas palabras los estímulos literarios como decía Alfonso Reyes, son diversos, puede ser la tristeza, puede ser la alegría, puede ser la paz, puede ser la guerra, puede ser el amor, puede ser el desamor, todos estos matices, van repercutiendo en las obras de arte.

- ¿Un escritor nace o se hace?

Las dos cosas.

- ¿Los talleres literarios son hacedores o asesinos del estilo propio?

Bueno, yo no asistí a un taller literario en mi país, se han realizado muchos talleres literarios. Pero yo una vez que tenía que teorizar sobre mi obra literaria, escribí un trabajito, mejor dicho, lo aboceté, porque después lo dije de viva voz, le llamé el taller del poeta. Creo que donde un poeta aprende a hacer poesías es en otros poetas en las obras de otros poetas. Como no he asistido a talleres en el sentido tradicional, no puedo opinar sobre ellos. Se que en mi país hay criterios muy diversos sobre eso, algunos lo encuentran muy positivo. Aquí en Buenos Aires ha habido y hay grandes talleres literarios, yo recuerdo por ejemplo que Leonidas Lamborguini tenía un taller de poesía que estoy seguro que cuando un gran poeta como Lamborghini dirige una empresa colectiva de esa naturaleza, los resultados tienen que ser positivos.

- Cuba es vista como una Atenas de la cultura; ¿Cree usted que ha sido su aislamiento el motor de este fenómeno de pureza e intensidad, de esa identidad única?

Bueno mire, hay una verdad curiosa, lo prohibido se vuelve muy atractivo. Si se prohíbe un libro, ese libro es primera venta seguro. Cuba ha sido, es un país bloqueado durante más de 50 años por los sucesivos gobiernos estadounidenses, lo somos todavía, pero al mismo tiempo quizás por eso, hemos recibido una solidaridad inmensa. Hace unos cuantos años para ir de Buenos Aires a La Habana había que pasar por Europa, había que ir a Praga y de Praga a La Habana y en la Casa de las Américas donde he estado la mayor parte de mi vida, recibimos inmensas pruebas de solidaridad, de grandes escritores y artistas. Usted ha mencionado a Cortázar que es un ejemplo maravilloso. Han sido centenares los escritores y artistas que se han visto atraídos por las virtudes de Cuba o por las virtudes que ellos creían ver.

- ¿Es hora de rever Caliban luego de estos años en busca de la defensa de su identidad o aun está vigente esa mirada?

Aparte del valor literario que pueda tener o no el ensayo, desgraciadamente el tema del ensayo sigue teniendo mucha vigencia, por que el ensayo subrayó la dicotomía que después se iba a llamar “Norte Sur”, los países del norte, los países del sur. Estos últimos han recibido distintos nombres, países subdesarrollados, tercer mundo, etc. Yo creo que, repito, independientemente del valor posible, el tema del ensayo, por desgracia, sigue teniendo mucha vigencia. Sigue habiendo pueblos oprimidos y pueblos opresores y el ensayo Caliban quiso ser un rechazo de esa dualidad.

- ¿Qué lugar ocupa la poesía en su vida?

Yo empecé a escribir poesía cuando tendría unos 15 años. Y ahora tengo 81. Debo reconocer que ha desempeñado un papel muy grande la poesía y que le quedo agradecido por lo que me ha permitido decir, por lo que me ha permitido ser.

- La Casa de las Américas acaba de publicar un volumen de la serie Valoración Múltiple al cuidado del escrito Ernesto Sierra- dedicado al escritor argentino Leopoldo Marechal. Allí se vislumbra la posibilidad de alguna relación entre la obra del argentino y el escritor cubano José Lezama Lima. ¿Cree usted que esa relación exista más allá de las lógicas coincidencias temporales?

Bueno, yo fui muy amigo de Lezama Lima durante un cuarto de siglo, de hecho tengo un trabajo que se llama, Un cuarto de siglo con Lezama y Lezama me habló en más de una ocasión de Adan Buenosayres, la gran novela de Leopoldo Marechal. Estoy seguro de que esa novela influyó en Lezama, influyó en su novela Paradiso e incluso al escribir Lezama, en un prólogo de la edición cubana de Rayuela mencionó con mucho elogio Adan Buenosayres y recordó que Cortázar había sido uno de los primeros en reseñar positivamente la novela. Y yo creo que es una alegría que dos grandes figuras como Marechal y Lezama, aunque no se llegaron a conocer según creo personalmente, tuvieron esos contactos espirituales tan fuertes.

-Usted en varios de sus poemas habla de la “otredad”, de ese “otro”. ¿Quien escribe los poemas? ¿Usted o el otro? ¿Y quién es ese otro?

Bueno es verdad. Tengo un poema que se llama El otro, también Borges abordo la otredad, lo que ocurre es que ese poema El otro seguramente influido por Borges, está escrito antes de que Borges escribiera el poema El otro, pero eso no quiere decir que no estuviera influido por él. Borges ha sido para mí un escritor fundamental, una influencia fundamental. En el caso del poema El otro y de la “otredad” hay muchas otredades posibles. El 1º de enero del año 59 escribí el poema El otro, mucho tiempo después escribí otro poema que se llama La otra pero la otra es la otra mujer, que no es aquella con la que uno vive. El mundo entero, la realidad entera esta llena de esa, lo que llamaba Antonio Machado esa otredad que padece lo uno. Yo podría hacer mías esas palabras.


- Una última pregunta: ¿Cuál es el secreto de 60 años de matrimonio?

Le preguntaron a una señora que llevaba muchos años de casada, si alguna vez había pensado en el divorcio y ella dijo: en el divorcio no, pero muchas veces he pensado en el asesinato. (risas)


Ernesto Sierra & Mercedes Mayol

©Cubarte

©Fundación Artesomos

Buenos Aires, Argentina

Abril 2012

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